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jueves, 14 de enero de 2010

Intimidad dolorosa

Mi secreto murió en mis labios,
y más tarde vivió en sus ojos.
Mi secreto fue también suyo,
y un temblor inundó mis manos.

Las pupilas se dilataron,
y él fingía guardar la compostura.
Yo no fingía, sólo temblaba
entre mis propios tendones,
resquebrajada mi coraza.

Pensé que era el final.
Pensé que las sonrisas estaban lejanas,
cuando él me abrazó,
"no llores, tranquila, calma".

Preguntas

¿Quién sabe lo que te espera en el camino?
¿Qué hacer cuando las segundas oportunidades son una quimera?
¿Qué ocurre cuando sus sonrisas se vacían?
¿Qué pasa cuando sabes que ya nadie te necesita?