No me quites el jersey para dejar mi piel
expuesta al frío que se alegra de poder morderme
una vez más para después decirme
que me ganó en la partida contra mis esfuerzos.
Si no lloré, si no caí ante el barranco fue
por tus manos, y ahora me echas una cuerda
al cuello hecha con tu pelo, con tus ganas de
arrastrarme por el fango y la derrota.
Es ese grito de ignorancia el que se desliza
entre mis oídos y mi orgullo fallecido,
desvalido por las lágrimas del tormento
de estar sola y enterrada en una calle cortada.
Arráncame el vello de cuajo, tuérceme
un dedo o písame las energías.Ya no
importa si estoy cuerda o loca, si estoy
sana o enferma, porque así fue como
me hiciste y así es como culminas tu obra.