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sábado, 7 de diciembre de 2013

Para Eddy

En una de esas noches de insomnio, de ese sobrenatural y puro insomnio en el que mi cuerpo, excitado sobremanera por sustancias que no merece la pena mencionar, se negaba de un modo patente a dormir, decidí dar una vuelta. Mi cuerpo se desplegó, se desdobló en dos partes. Una de ellas parecía carnal, efímera y corrompida. La otra parecía etérea, amorfa, brillante y de algún modo casi transparente. Es esta segunda parte la que me guió, casi como de la mano, fuera de mi cama. Me tomó y me susurró "levántate".

Salí a la calle, y entonces pude ver con una claridad de la que, como mortal que soy, nunca antes había podido disfrutar. Recuerdo, no muy claramente, vagar por las calles, apenas rozando mis pies con el suelo en algunos momentos, sintiendo hierba y arena bajo ellos en otros. Lo que sí recuerdo nítidamente es la acera estrechándose, convirtiéndose en roca, en campo. Y no estaba sola. Había más como yo.

Uno de ellos tenía forma de perro, y al acercarme sólo dijo "buenas noches, hace un día estupendo". No entendía. Sin embargo, el perro misterioso, que por cierto tenía una mancha de carácter extraño en el hocico, permaneció a mi lado, sin añadir nada más. Y con su compañía silenciosa a mi derecha, casi como si fuese uno de esos grandes amigos con los que no hacen falta palabras, seguí caminando. Caminé, encontrándome con otros como yo. Había algunos muy mayores, de cabellos finos y grises. Durante mi caminata me encontré con algunos niños también. Uno de ellos llamó mi atención. Tenía unos cabellos castaños que brillaban, a pesar de la ausencia de sol, y una sonrisa cristalina. Jugaba con una peonza, y al alzar a vista y verme ahí parada, me sonrío, no sólo con los labios, sino también con los ojos. Me lanzó la peonza y me propuso jugar de un modo ilícito. Después dijo "si te gusta, puedes quedártela". La recogí del suelo, y cuando me incorporé vi cómo se alejaba, corriendo entre las amapolas, parando tan sólo para lanzarme una última sonrisa antes de seguir y disiparse en la niebla.

Seguí caminando y llegué a un angosto camino de tierra suave y fina, junto con el que ya me parecía mi eterno amigo el perro, quien sostenía la peonza en su boca, meneando el rabo de vez en cuando. Tanto a mi izquierda como a mi derecha, el camino presentaba campos interminables de trigo, de un trigo casi listo para la recogida. También se presentaban ciertas margaritas y amapolas por aquí y por allá, a medida que el camino se estrechaba y alargaba ante mi vista. Tras lo que pareció un largo caminar, comencé a vislumbrar la luz del sol. El sol. Iba a salir, se notaban los primeros destellos rojos en el horizonte, allí, al final, muy al final del camino de tierra. Quería llegar pronto, para ver el sol salir en todo su esplendor, anunciando otro día, pero seguía estando oscuro y no conseguía discernir del todo bien si estaba avanzando o si el camino se repetía, incesante, al paso de mis pies. Y empezaba a estar cansada. Cansada de andar y de no progresar. Y entonces, entre la oscuridad, vi una figura alta, de brazos firmes. Y supe que eras tú. Te vi.

De espaldas a mí, observabas el primer brillo rojizo de sol, tal y como yo había estado haciendo. No me hizo falta gritar tu nombre. Te giraste, mirándome, parpadeaste ligeramente mientras esbozabas una sonrisa y alargaste la mano. Tardé en llegar hasta ti, pero no bajaste tu mano en ningún momento. Y al tocarte, por fin, sentí que todo estaba en orden. Que el final de ese camino no podía ser otro que no fueses tú. Tu mano era cálida, acogedora, y desprendías una serenidad suma. El perro movió el rabo varias veces y soltó la peonza a tus pies. Ahí parados, nos sostuvimos la mano hasta que dijiste "tenemos que seguir andando". Pero ninguno de los dos se movió. Sólo recuerdo que cerramos los ojos a la par, y con tu otro brazo me cogiste de la cintura.

Desperté en una habitación blanca de olor a lejía, en una cama blanca de sábanas muy usadas, desde la cual salía un tubo, con una sola silla a mi lado. En esa silla reconocí unos pies familiares, más tarde piernas. Y al subir la mirada te vi, dormido, con la cabeza apoyada en la pared posterior en un ángulo incómodo, respirando profundamente. Entonces sonreí, y sabiendo ya que estaba dentro de mi cuerpo, que volvía a ser una sola, volví a dormirme.

miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 2

Durante la ducha empecé a pensar en todo lo que había dejado atrás. Normalmente, las duchas sirven para aclarar mi mente o bien para deprimirme un poco, como esas personas que después de un momento duro o de una ruptura difícil escuchan canciones melancólicas que hacen que se hundan aún más. El género humano es así.

Repetí en mi memoria mi breve y desastrosa estancia en Londres. Volví a visualizar mis recuerdos de escritora fracasada y lo difícil que había sido un año intentando cambiar de ambientes, de empezar otra carrera y de volcarme a una profesión que siempre me había gustado y en la que nunca pude entrar. Tras muchos noes y una larga desesperación, conseguí establecerme como traductora freelance después de un final de carrera que se me había hecho eterno. Recordaba cómo Lucía me había animado a tener paciencia, algo que en estos tiempos resulta necesario.

Después, chequeé mis emails para comprobar que sólo mi ex compañero de la universidad, Eddy, me había escrito. Había sido mi amigo desde que le conocí en la puerta de una clase a la que no quise entrar, un belga muy atractivo cuya primera imagen era extrañamente extraña. Era una persona, se podía decir, libre, en todos los sentidos en los que uno pueda serlo. Actualmente estaba en Francia, desempeñando unas labores de carácter dudoso que en muy pocas ocasiones se dignaba a mencionar. Eddy era así, no contaba nada de su vida privada y sin embargo conseguía hacerte sentir como en casa.

" Hey honey! Cómo te va todo? Has empezado ya con la mudanza? Cuando te cambies de casa y estés instalada tendrás la gran amabilidad de invitarme a tomar un té? (Si haces natillas tampoco me quejaré...). Sigo en Francia, ayudando a un colega con la edición de un libro. He conseguido un piso compartido con otras cinco personas más, creo que me quedaré por aquí una temporada más, al menos hasta que decidas hacer una fiesta :P.

Missing u so much

xxxxx"

Tenía que admitir que yo también echaba mucho de menos al belga.

Llamé a la agencia de mudanzas para asegurarme de que vendrían en dos horas a recoger todas las cajas, así que tenía tiempo para aprovechar y embalar cosas que aún seguían estando en casa de mis padres. Era consciente de que mi nuevo piso no era especialmente grande, pero tenía mucho cariño a la mayoría de mis libros y sentía que no podía deshacerme de ellos. Miré en los cajones empotrados en la pared de mi habitación, una habitación que tenía más años de los que podrían tener mis bisabuelos. Encontré unas viejas cintas de cuando era pequeña, y la melancolía de aquellos años me hizo sonreír. Seguí escarvando un poco más. Descoloqué los cajones y metí la mano en el hueco que los cajones habían dejado. Toqué algo duro, rectangular, que parecía ser un libro. Había quedado enganchado entre el tope de los cajones y la pared, pero conseguí sacarlo.

Efectivamente, era un libro. Estaba encuadernado en piel marrón, una piel que parecía envejecida, y en algunos extremos, oscurecida por lo que podría ser la humedad y el polvo. Estaba atado entre una fina cinta de lo que parecía ser el mismo material. Su cubierta era fría, y sin embargo tan familiar, tan curtida. Decidí ser prudente antes de abrirlo.

- ¡Papá! -grité desde el suelo donde estaba sentada. Mi padre acudió a mi llamada con esas pisadas que resonaban por toda la casa. - Papá, ¿es esto uno de tus diarios?

- A ver hija, déjamelo. -Mi padre se quitó metódicamente las gafas y lo observó con detenimiento. Toqueteó el librito y me lo devolvió con un gesto extrañado. -No hija, no es mío. ¿Dónde estaba?

- Detrás de los cajones, ¿no te suena de nada?

-No hija -respondió él intentando recordar si pertenecía a un largo pasado al que ahora no reconocía.

Cuando mi padre se fue, decidí abrirlo. Leí la primera página, que sólo contenía una pequeña frase. Por supuesto, era imposible que fuera de mi padre. Estaba escrito en un inglés arcaico, que a primera vista y por mis conocimientos de la universidad, parecía pertenecer a lo que se denominada Middle English, un idioma inglés que pertenecía aproximadamente al periodo del 1110 - 1200 Después de Cristo. Por lo que recordaba, y haciendo un esfuerzo, decía:

"Para recordar siempre 
lo que un día fui". * 

"Para recordar siempre lo que un día fui". Esta frase estaba escrita a mano. En tinta negra, en una hoja muy, muy amarilleada. Era una letra bastante laboriosa. Los puntos negros al final de la frase y en un tramo medio entre las dos líneas me hicieron pensar que fue escrito con pluma o algo parecido. Concluí que o bien era ficción, o bien era un diario. De ser así, y en cualquier caso, era imposible que hubiese pertenecido a mi familia. Nadie había estudiado idiomas, y mucho menos podrían haberlo escrito en Middle English.

Miré a mi alrededor esperando ver una cámara oculta. Volví a meter la mano a través de los resquicios para comprobar que no había nada más, sólo este libro. En ese momento vi claro que me lo llevaría conmigo. Esa primera frase, el "recordar lo que un día fui" me sonó a promesa. Una promesa que ahora me había sido dada a mí.

* Frase original en Middle English to remembre allwaye þat ones ic wæs. Traducción al Inglés Contemporáneo to remember always what I once was. 

martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 1

No era una mañana particularmente apetecible. Había estado bebiendo la noche anterior, y aunque siempre pensé que el vino no podía sentar mal, la sensación al mirar al techo era completamente la contraria. Deslicé la palma de mi mano abierta por encima de mi frente y de mis ojos y comprobé que cuatro botellas de Rioja compartidas eran demasiadas. Entonces llegó Piti, mi perra, con su aire feliz y despreocupado a darme los buenos días, y pensé "qué felices seríamos todos siendo perros". Mientras intentaba levantarme escudriñé con ojillos perezosos lo que me rodeaba, esa fue la primera pista de que llegué a casa borracha: chaqueta, pantalón, camisa, sujetador y calcetines en un emborronado círculo en el suelo. Muy bien.

Nunca se debe hacer caso a los amigos. Te dicen que sólo va a ser una caña, y siempre mienten. Lucía había asegurado que así sería, y cómo no, mintió. Pero yo accedí porque había tenido un contratiempo con su actual rollo, un tío que pasaba la vida entre España e Italia, y que al parecer había pasado de quedar con ella en su última visita.

-Y viene el gilipollas y me dice que no tiene tiempo. Maldito, no hace nada con su vida y no tiene tiempo de quedar conmigo - se quejó entre los últimos sollozos que le quedaban, y justo después de soltar unas enormes carcajadas confesó- eso sí, que se joda porque la tiene pequeña, y eso no hay tiempo que lo cure, ¡ja!.

Lucía era así, actriz, qué se puede decir, cambiante de una forma inquietante. Sin embargo, en muchas cosas tenía razón y daba en el clavo (no sé si particularmente con dichos atributos masculinos, pero solía ser así). El interlocutor que también estuvo el día anterior se llamaba Alex. Alex compajinaba la música con sus flirteos ocasionales con otros hombres, además de sus apariciones ocasionales en la radio. Era una de las personas más nobles que había conocido, a pesar de que la vida no le hubiese tratado demasiado bien. Sin duda él tenía su opinión acerca de estas cosas de hombres, si bien en algunas ocasiones prefería guardárselas para sí mismo puesto que otras cosas eran mucho más proritarias de comentar. En este caso, había conseguido una actuación, un "bolo" como lo llamaba yo, en Bélgica por una vieja conocida de su conservatorio.

Como venía siendo costumbre desde hacía años, nos reunimos en el bar de siempre, una especie de tasca de barrio en una esquina cercana a las viviendas de los tres. Tenía su encanto, saber que ese sitio siempre estaría ahí para nosotros, habiendo pasado allí tantas cosas, nuestros años resumidos en una mesa pequeña de madera. Alex seguía viviendo en casa de sus padres, pero Lucía, imagino que por no abandonar las viejas costumbres, se había mudado a un estudio cerca de aquí. Y como siempre, las horas se nos pasaban en esa misma mesa, mientras nos contábamos la vida y recordábamos viejas anécdotas que nunca pasaban de moda.

Alex partiría en unas semanas a su encuentro con la orquesta y con sus amados oyentes, mientras yo, en periodo post y pre mudanza me quedaba en casa de mis padres. Y ahora miraba esos pies al final de la cama, una cama que a estas alturas se me antojaba extraña por lo lejano de la última experiencia de haber dormido en ella, y a la vez reconfortante. Es curioso lo mucho que nos quejamos cuando permanecemos mucho tiempo en un mismo sitio, y lo mucho que disfrutamos cuando tenemos un pequeño gusto de lo que aquello fue.

No quería ponerme en pie, y sin embargo sabía que tenía que hacerlo porque tenía una traducción por entrega que completar y un montón de cajas que llenar para preparar mi mudanza a mi pequeño piso nuevo. Una idea que en el fondo no me desagradaba en absoluto porque implicaba deshacerme de todo lo antiguo, incluyendo ciertas historias que nunca acabaron como yo pretendí, y alguna anécdota amorosa que, cómo no, tampoco terminó como imaginaba. Al levantarme vi los destellos azules que venían siendo comunes desde hacía un tiempo, y pensé en todo lo que tenía que hacer ese día.

No pensé más allá de mi jornada preparada. Ese día no me levanté con la sensación de haber olvidado nada, ni de haber perdido nada. Y fue curioso, porque justo ese día fue cuando lo que no estaba esperando me encontró a mí. Ese día, el pequeño libro encuadernado en cuero marrón me encontró, decidido a atrapar mi vida en sus redes y a desvelarme aquello que jamás pensé que fuera cierto ni por asomo.


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jueves, 3 de enero de 2013

Untitled 12

Caer, caer, desearía caer otra vez.
Desearía decirte que te recuerdo a cada instante.
Que te veo hasta en los lugares más extraños.
Que tu presencia me persigue incesante.

Miro hacia la ventana y sólo pienso:
te echo tanto de menos.

Auto castigo

Hoy vuelve a apresarme la desesperanza.
No sé cuánto llevo aquí sentada
mirando todo y viendo nada.
Hoy los ánimos decrecen,
y frente a mis ojos aparece clavada, su mirada.

También hoy he buscado ese sufrimiento.
Ese meter el dedo en la llaga.
Y más cruel es en fin, pues es mi propio dedo. 
Es la dicotomía 
de lo que quiere ser algo y no puede serlo.

Y si quizás haya dos almas desdichadas
es porque yo así lo he decidido.
No hay para mí mayor tormento
de conocer, a ratos, lo que mi persona
ha inflingido.

En estos lodos en los que flotamos
y de los que yo creía estar saliendo,
a veces caigo, y naufrago.
Y sé que volveré a naufragar, y ése es otro tormento.
Porque al final, en mi propia yaga,
acabo siempre metiendo yo el dedo.


miércoles, 26 de diciembre de 2012

Decisión

Hoy sigo sintiendo su tacto en mi piel.
Hoy sigo palpando esos brazos a mi alrededor,
sigo notando esos ojos sobre mí.
Hoy vuelvo a hacerme daño.
Vuelvo a partirme en dos:
en el ansia de cruzar esa puerta
y correr en dirección al sonido de su voz;
y quedarme anclada donde me hallo
para dejar que el tiempo haga lo suyo.
Un eco en mi mente se repite, incesante,
inquiriendo, acosándome con la duda
de si lo que habré hecho no será un error.
La incertidumbre toma forma en las noches,
cantando nanas que desdibujan la luna.
Hiere, lastima la idea de no volver a sentir
lo que a su lado sentí.
Y a pesar de todo, aprendí a perdonar.
Aprendí, aprendí a perdonar.
A no guardar rencor, a ver lo bueno.
Hay cosas que sólo tienen sentido contigo.
¿Lamentaremos para siempre una decisión fatal?

martes, 25 de diciembre de 2012

Cantar

Le miro y me devuelve la mirada.
Y de pronto, como dos imanes
que no dominan sus actos,
nos atraemos.
Es una conexión mística
que no acabo de comprender.
Hace que todo esté en su lugar.
Yo estoy en mi lugar.
Como si el tiempo no hubiese trascurrido,
como si volviéramos al pasado.
A ese pasado placentero.
Y se hizo una luz simple.
Y al mismo tiempo tan compleja.
Su tacto es familiar, cercano.
Es la sonrisa de siempre.
Es el aliento que tanto he codiciado.
Y sin embargo es un aliento
tomado en un aire ya viciado.
Me apena, me abruma, me alegra.
La tristeza me acompaña,
y en un susurro se despliega en mis ojos.
Por todo aquello que no se dijo,
por todo lo que se debería haber hecho,
y todo lo que no se debería hacer.
Es un cantar de un final anunciado.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Desesperanza

Tras el curso de los anocheceres,
seguimos existiendo.
Mientras la vida es eso que pasa
al mirar nuestros pies.
Siempre siendo presas fáciles del tiempo,
que nos sodomiza a su antojo.
Y sonriendo vino a mí,
la Desesperanza.
Me abrazó con manos de hermana.
Me lamió las heridas,
para llevarme al fondo oscuro
cintilleante de ecos y palabras nunca pronunciadas.
En esta noche le dedico una lágrima
y una sonrisa.
Ella, fulgurante, me devuelve esta última.
Y me dice "adéntrate en mí".
Fue mi lecho, mi cobijo, mi consuelo.
Fue mi cobijo, mi lecho, mi consuelo.

Untitled 11

Sangre
Nos hierve. Nos asfixia. Nos ahoga.
Sangre
Nos mutila, nos enseña, nos devuelve
Vida
Que perdona, nos conmueve, nos mata.
Muerte
Nos olvida, nos desecha, nos señala.
Miedo
Que se ríe, nos desprecia, nos acosa.
Sangre.
Roja, eterna, en el flujo de los cuerpos.
Sexo
Nos atrae, nos azota, nos corroe.
Sangre.
Ahora nos llama.

miércoles, 24 de octubre de 2012

L

Sigue, sigue andando.
Con esos pasos, firmes como tú sabes darlos.
Cuando la pena inunde tu camino,
seguirás encontrando mi mano.

No ceses de andar, no dejes de intentarlo.
A pesar de la corriente que aborda tu puerta,
a pesar de los gritos que intentan anidar en tus oídos,
nunca, nunca dejes de soñar.

No te detengas, pues tus pisadas
nunca se vieron tan gráciles como hoy.
Ahora es tu momento, ahora es tu ilusión
la que empieza a tomar forma.

Que tu luz y tu coraje iluminen el mundo.
Que sobre tus aguas bailen todos los veleros.
Que bajo ese foco perezcan todas las estrellas del cielo.
Que tras la tormenta, siempre reine tu calma.

Que tu voz haga llorar al público,
y dejar sin palabras a los incrédulos.
Que tu energía contagie a los mudos.
Y que nunca, nunca, tengas razones para bajar la cabeza.

Seguirás siendo una estrella, nuestra estrella.
Aunque oigas negativas, siempre tendrás
una respuesta positiva en mi corazón.

Padecerás, siempre padecerás,
el sufrimiento de ser una artista.
Poca gente entenderá tu mundo.
Pero no dejes de sonreír, mi niña.

Querer

Me preguntaron hace tiempo qué era querer.
No estaba segura.
Pero ahora la respuesta parece simple.
Querer es sentir un nudo en el estómago.
Querer es renunciar.
Es desear que esa persona nunca se vaya.
Y dejarla marchar cuando lo hace.
Es tener valor para decir la verdad.
Es temer hacer daño con esa verdad.
Querer es más que gastar todo tu tiempo en pensar en esa persona.
Querer es reír cuando él ríe.
Sostener su mano cuando él llora.
Es ansiar besar cada parte de su cuerpo para poder decir que eres la única persona que le besó en los párpados, en las yemas de los dedos, en las ingles, en el vientre, en la muñeca, en la parte baja del hombro, en la parte superior de la mejilla.
Querer es no querer molestar, saber cuándo estar, saber cuándo mantenerse alejado.
Saber apartarse. Saber desearle lo mejor.
Saber que cuando dejas de caminar en su camino, haces lo correcto.
No fijarse una vez más en los errores, no reprochar.
Querer es sufrir, y aprender a vivir con ese sufrimiento, hacerlo tuyo y no compartirlo para no hacerle sufrir a él también.
Cuesta aprender el verdadero significado de querer a alguien. Cuesta darse cuenta cuando esa persona no comparte tus sábanas. Ni se acurruca y arropa en ese hueco en tu hombro, y en tu corazón. Y sin embargo, querer es necesario. Querer nos hace ser quien somos. Querer nos hace ser humanos.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Contacto

En un silencio no provocado,
alargué la mano para tocar aquella otra
que no era mía.

Y de pronto el cielo apareció claro,
simple y nuevo, recién creado.

La mente sucumbió a aquel encanto,
poderoso y hechizante,
de la piel, al tacto.

Aún no había amor, pero tampoco miedo,
sólo un desvanecimiento
de cualquier otro pensamiento.

Todo apareció en orden, alineado,
entre aquellos brazos,
bajo la sombra de sus labios.

No lloré en su hombro,
no pensé bajo su cuerpo,
sólo sentí que todo estaba correcto,
y que él empezaba a ser necesario.

Incertidumbre

A veces la vida parece incierta, nublada.
Aparecemos tras su telón y simplemente,
olvidamos nuestras líneas.
Desconocemos nuestro papel
ante la audiencia anonadada.

Tratamos de aventurar, de adivinar nuestro camino.
Y en esa travesía nos perdemos,
nos desviamos y atolondramos.
Miramos alrededor, preocupándonos
o sucumbimos al olvido.

Contemplamos un lienzo en blanco
esperando que de él salga algún color
dibujado por una mano invisible
que alinee nuestras cuerdas
o nos lea nuestro propio cuento.

Y mientras tanto andamos sin conocer nuestra senda,
Confiamos en que otros tomen decisiones,
obsesionándonos constantemente con las respuestas
a esos silencios prolongados, siendo presas
de aquello que nos consume o nos descarta,
en esa vida que a veces parece incierta.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Tacto eléctrico

Ya le conocía, no de mucho, pero le conocía. No tenía demasiadas sensaciones generales acerca de él. No me dio tiempo a formarlas. Al cabo de un tiempo volvimos a coincidir, en una situación compleja, y empecé a hacerme una idea. El otro día nos vimos, y nada pasó. A los dos días nos vimos, y nada pasó. Me quedé con la sensación de que había cosas que estábamos reprimiendo, de que ninguno se atrevía a avanzar. Las mismas situaciones se repetían sin ir un paso más allá. Y sabía que coincidiría con él otra vez.

Al día siguiente volvimos a vernos, junto con más gente que observaba, que anunciaba veredictos con la mirada. Ése fue el día. Inocente jueguecito con un hielo que originó la situación contenida. Los labios explotaron, las manos salieron a pasear. Y no, ahí no pude contenerme. El tacto era eléctrico. El golpe contra la pared fue demoledor e intenso, necesitado. El ansia era febril. La interrupción, como sólo ellas pueden serlo, inoportuna. Y aún otra vez la unión volvió a ser chispeante. Acompasada de un extraño modo, orquestada, rítmica, pasional, veloz. Como el miedo condensado con el dejarse llevar. Noté sus labios suaves, cálidos, gruesos contra los míos. Sus manos deslizándose por mi cuerpo, suaves y firmes, agarrándome con cariño pero partiéndome en dos, levantándome una pierna, aproximándose a mí, acercándome a él. Mis dedos revoloteaban a través de su ropa, sin parar, notanto la piel desnuda llena de matices, ondeando entre su pelo, palpando sus abdominales, enzarzados con fuerza en su espalda, atrayéndole por el cuello.


Fue un good feeling. Nunca sabré cómo fue esa noche para él, o quizás sí.

No es ese día

Llegará el día en el que me veáis perecer.
Hoy no es ese día.
Llegará el día en el que se me atraganten las palabras.
Hoy no es ese día.
Llegará el día en que no vea la luz al final del camino.
Hoy no es ese día.
Llegará el día en que no nos quede nada por lo que luchar.
Hoy no es ese día.
Llegará el momento en el que no me queden sonrisas.
Ahora no es ese momento.
Llegará el día en que sólo sintamos rencor, en el que nos intenten derruir, en el que nuestras esperanzas se desvanezcan, en que se evapore la chispa.

No, hoy no es ese día.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Relaciones

Recientemente he tenido "episodios" que me han hecho pensar en la mentalidad de las mujeres. Estos "episodios" se han basado básicamente en perder mis nervios y acabar tirando cosas con el propósito de no pegar a alguien. El caso es que las mujeres nos desquiciamos mucho más fácilmente que un hombre. En el caso de un hombre, normalmente todo acaba con un "lo siento" o simplemente el enfado se desvanece al cabo de un período entre los seis minutos y las dos horas. Así que empecé a pensar en el origen de esta diferencia (ya que tengo mucho tiempo libre al estar parada) y descubrí que las mujeres siempre queremos más.

No sólo queremos más, sino que también queremos que los hombres sepan lo que queremos. Pedir que los hombres adivinen lo que necesitamos es como pedirle a un perro que lea El Quijote. Y sin embargo, seguimos haciéndolo. Porque simplemente nos negamos a aceptar que sea así. ¿Tenemos que renunciar a esperar esos grandes fuegos artificiales? ¿ Pensamos siempre en el "Big Bang" cuando en la pantalla ya pone The End? ¿No podemos aceptar que ellos son más simples para este tipo de cosas?

Lo cierto es que son más simples, pero esta simpleza es positiva a la hora de la práctica. Cuando eres más pragmático la vida se ve mucho más sencilla, más simple. Pero, ¡no! Nosotras tenemos que complicarnos la vida, seguramente porque si no lo hacemos no somos felices. En el fondo creo que muchas de nosotras son incapaces de ver la vida de un modo más simple porque no encaja en nuestros esquemas mentales. Simplemente no encaja. Y por mucho que lo intentemos, no encajará a la fuerza sino con el tiempo, con los años, o nunca.

En realidad envidio el punto de vista que tienen los hombres frente a la mayor parte de las cosas...

viernes, 25 de mayo de 2012

Ese Bichito

Yo, como todos los demás, era una persona normal.
Feliz, a ratos; triste, a ratos. Moderada, contenta, distraída de la vida, andando a mi ritmo.
Entonces el ratio subió, y un bichito se instaló en mi interior, y en el de otros.
Conocimos a gente que pagaba hipotecas desorbitadas cuyos hijos deberían aceptar.
Más tarde, esas gentes no tuvieron trabajo y los pisos que habían conseguido con tesón se fueron a la mierda, literalmente.
Y el bichito creció un poco.
Luego nuestros abuelos y tíos tuvieron que seguir trabajando con reúma, cáncer, osteopatías y mucho, mucho cansancio porque no podían jubilarse.
Luego llegó "el cambio", a la miseria por supuesto.
Mis amigos no encontraban trabajo, uno ya no podía seguir viviendo del paro y pagar su piso al mismo tiempo. A otro no le hacían contrato, y otros se tuvieron que marchar de su tierra natal en busca de un sueño que nunca se visualizó.
Y el bichito se hizo más grande.
Luego legalizaron el despido con 9 días de baja, permitieron los EREs excesivos, nos subieron los impuestos, despidieron a los profesores, cerraron hospitales, cobraron por recetas, paralizaron las pensiones y los sueldos de los funcionarios (a los que ya se les había reducido el salario), declararon "resistencia policial" a las sentadas, haciendo de Ghandi un enemigo del Estado (Español... o Alemán, discúlpenme por la duda tan vanal). Después, los concejales de Tres Cantos se subieron el sueldo, y Merkel también.

Ahora ese bichito nos come a todos por dentro. Tiene diferentes nombres: impotencia, rabia, ira, preocupación. La Era del Miedo ha comenzado, y nos engulle tranquilamente, aspirando nuestras ganas de vivir y todo aquello que hemos conseguido. ¿Será este bichito, ahora monstruo, suficiente para abrir los ojos? ¿Será suficiente para que empecemos a actuar?

jueves, 5 de abril de 2012

Conversaciones en un día

Ring Ring Ring Ring
Ya estoy, salgo ya, me paso por tu casa.
¿Cómo estás?
Hombre, yo no sé, no tengo huevos.
Me estoy cuidando la voz.
¿Te has tomado el hibuprofeno ya?
¡Guau!
¡Mira! ¡Un guau! ¡Sí!
¿Giramos aquí?
Hoy no puedo ni andar
O sea, que no vienes ¿no?
Ella me decía es que yo no sé si ahora quiero darle lo de antes.
He comido como una perra y he andado como una perra
¡Ah! ¡Pensaba que me decías el viernes!
Es como coger constantemente un libro que no vas a leer
O como si no puedes comer y tienes a una persona 24 horas cocinando para ti
Es muy triste, pero la verdad es que la clave es pasar el uno del otro
Y me van a hacer una radiografía
¿Y eso?
Para ver si tengo una lesión lumbar
La Seguridad Social es una mierda.
La verdad es que sí.
No sé, no sé, hoy estoy muy mal.
¿Sabes algo de la Revolución Mexicana?
Por si quieres dar una vuelta luego con el perro.
Antes hemos pasado por la Renfe y el perro ha mirado porque creía que venías
Qué mono, pero qué plasta.
Tú sabes que las decisiones a lo largo de la historia han cambiado rumbos drásticamente ¿no?
Pues si sigues así no vas a entrar en mi fortín
No, no vas a colonizar en mi llanura ¿sabes?
Entonces, ¿no cuento contigo? Dímelo claro
Que te he dicho que no muy claro, no puedo ni andar.

sábado, 24 de marzo de 2012

No pereceremos

Son como una lava ardiente,
incandescentes se mueven por el paseo de la lucha.
No tienen nombre ni cara
pero tienen voz y un cuerpo que se desangra.
Son los gritos del hoy,
las esperanzas del mañana.
Son aquellos que pasan en tropel
cerca de tu ventana.
Gritan por el mundo que les es dado
todavía por un soplo de esperanza.
No tienen más que manos, una ilusión
una unión, una pancarta.
Se caerán barridos por su inocencia
y por las otras masas, que van armadas.
Pero no perecerán.
Se quejarán de una vida injusta
aquellos que viven vidas maltratadas.
Recogerán sus cuerpos, sus azadas,
y a empuñar el coraje en sus manos vacías
Otra vez volverán.
No mires con ojos desdeñosos
a aquellos que imploran por un sueño
o que surgen de las penumbras del hambre,
que miran al futuro con ojos pavorosos.
No caerán, no caeremos
ante los golpes de aquellos
que nos llaman "el enemigo",
porque no, no pereceremos.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Mob

The angry mob moves slowly
They bring anouncements of a future to be different,
they believe that is being late
for this Country to change.
They run into the streets
and I´m among them, watching the scene.
Then one proclaims the system to be wrong,
his voice loud among the huge crowd.
They don´t know each other
but all are welcomed as sisters and brothers.
And starting to lose my way,
some words start to be said.
It is a claim, an agony, a fear
shouted in words to the air.
And I feel I´m one of them
and start crying out loud
with that angry mob that is Spain.

Nothing 2

Lying on the ground, his heart is still beating.
His chest moving, in a compass of determination
in a slow motion capture of scene.
With some hope still remaining
beside a huge luggage of loads of action
Two friends take each other hands, haven´t seen
That´s the moment when all´s changing.
Both of them will stop believing
Life is a path with no complication.
Both of them will lose a part
in this war of fierce alienation.

martes, 21 de febrero de 2012

Stormy weather

Por fin se condensaron las aguas de sus cuerpos.
Se tensaron las cuerdas de sus corazones hasta cubrirlos de tempestad-
como siempre había sido y nunca se admitió.
En un domingo negro salieron por puertas opuestas,
sin poner manos ni lazos en común.
Imbuidos por una calma nada conocida,
sólo permanecían los restos de la lluvia
que no anunciaba un cielo claro.
Stormy weather.

jueves, 9 de febrero de 2012

You will feed that soil

Our hopes
and our fears
will feed
tomorrow´s soil
The windmill
of our lifes
will carry
future days.
You,
who have
the entire world
in front of you
will
with your
disolution
make place
for another lives.
You,
who have nothing
to lose
against the sunsets
of the Earth
will always float
on an eternal
sea of souls.
The grass
that now caresses
your feet
will take
its needs
from your carcass old.
Let us not
part with a tear
of woe
but with a smile
of gratitude.

domingo, 15 de enero de 2012

Drama

If I was meant to survive,
to torment myself with the pain I inflect,
why is the life still making me breath?
If my destiny is to be lost,
to ache for the dream of flying,
why does the life keep me on this earth?
Is it that we humans still love to be hurt?
Is it that we find the confort in the suffering?
Is it that when we cannot have drama, we invent it?

Our fears fed

Once again, we are here to discover that this is not our place.
Once more, I am here to see my own destruction,
to feel my own doubts, and how they bit me inside.
We watch our castles burn and collapse,
we see our fears fed, and our agonies growing,
and in our minds a voice calls, shouting.
We cannot ease the pain of a whole body infected.
We cannot release the bird that always has lived in cages.