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viernes, 27 de febrero de 2009

Pensamientos estúpidos

Ayer por primera vez vi la sombra del miedo en tus ojos. Solo un atisbo, durante un par de minutos, pero lo vi. O quizás fue lo que quise ver. Descubrí que todos somos frágiles en algún momento, que hasta las más grandes torres pueden caer por una bomba atómica o por una simple avioneta de papel. El arma del hundimiento es lo de menos, lo que cuenta son los motivos de ese hundimiento.

Comprendí que entre tantas personas siempre habrá alguien que se asemeje a ti, y siempre habrá alguien que sea todo lo contrario. En cualquier caso, las experiencias sacadas de ambos te hacen madurar, crecer en ti mismo y sacar conclusiones diferentes pero también provechosas. El secreto de la vida, en ocasiones, reside en conseguir sacar esas conclusiones, en aprender de esos momentos que, en la mayoría de casos, solo se presentan una vez.

Las opiniones formadas a partir de la propia experiencia únicamente sirven para el sujeto de experimentación. Y los resultados son tan variables que resultan impredecibles. Sin embargo, las opiniones se pueden forjar al paso o tras una meditación intensiva. Y si no sacas ninguna conclusión de lo que has vivido, probablemente es que no te importó mucho o que eres una de esas personas que pasan por la vida sin dejar huella, como dice mi amiga Bea. Sí dejan huella en ti pero tú no lo haces en los demás..., carece de interés.

Me resulta curioso darme cuenta de tantas cosas en este preciso momento de mi vida. Creo que no tiene nada que ver con la edad, simplemente las revelaciones llegan cuando tienen que llegar en el momento en que tienen que llegar. Dejarse arrastar o tomar una fuerte determinación son cosas que hay que hacer en algunos momentos, saber decidir qué camino es el apropiado; pero con paciencia todo llega.

Con dejarse arrastrar no me refiero a ser sumiso, sino a aceptar los planes de otras personas, a saber ceder cuando es necesario. Dejarse arrastrar o ser determinante son polos opuestos. Y como todos los polos, si no encuentras un camino equilibrado entre ambos, las repercusiones pueden ser extremadamente desastrosas, ridículas o patéticas. Es una parte más del juego que hay que seguir.

martes, 24 de febrero de 2009

Ya no sé

Cómo desería ser ese objeto de tus versos. Esa sonrisa que dibujas de vez en cuando entre los cristales de cualquier bar de Madrid. Cuánto me alegraría ser compañera de esas historias que cuentas entre caña y caña.

Qué sencilla sería mi existencia al saber que estarás en esa esquina que doble al salir de trabajar. Cuán feliz sería al leer unas palabras tuyas a mí dedicadas, o al saborear una frase sincera en la oscuridad de mi almohada. Cuán feliz sería al saber que piensas en mí en tus tardes, o que escribes mi nombre en la tapa de cualquier cuaderno. Pero quizás sólo soy una foto olvidada que miras de vez en cuando, sin pensamientos fijos ni pupilas dilatadas.

Sin embargo sé que tú no me miras como lo hago yo. Y si lo haces, mis ojos no lo captan por tu gran manera de evitar ser capturado. A drede o sin querer. En una espiral infinita en la que me dejo caer por la vacuidad de la esperanza que una vez tuve y a la que recientemente abandoné. Porque sospecho que nunca sabré si albergas esos sentimientos, porque aunque lo hagas, nunca llegará a mis oídos.

Cuán triste es saber que nunca seré lo imposible de ser en ti.

Seguirás siendo tú

Mantente siguiendo
tus corazonadas,
no dudes de tus sentimientos
porque seguirás siendo tú.

Si la gente nos sigue señalando
con el dedo, no importa.
Sé fuerte y firme incluso
cuando los demás duden.

No has cambiado, incluso
al elegir otro camino distinto
del que ellos quieren. Incluso,
si no te aceptaron de primeras.

Seguirás siendo como yo te vi
por vez primera esa mañana.
Único, sencillo y complicado
como sólo tú sabes ser.

Único entre tantos, aunque
muchos no sepan valorarlo.
Insististe y alcanzaste tus metas.
Sigue corriendo, aún en dirección contraria.
Porque yo correré contigo.

El de los besos raros

Aún hoy sigo preguntándome qué fue lo que falló en esta historia, tan breve pero tan intensa. Aún hoy me pregunto cuál sería el secreto de esos ojos azules que tanto me intimidaron y tanto me erizaron hasta el alma. Aún sigo preguntándome por qué esperé casi dos horas en la salida de renfe de Fanjul, con mis pantalones cortos. Aún sigo preguntándome por qué tardé sólo tres horas en sucumbir a tus "encantos". Y aún me pregunto por qué sigo pensando en ti. Quizás no como antes, quizás sí, pero te recuerdo de forma inusual.

La culpa la tuvo el orgullo. El tuyo y el mío, porque ambos fueron incontenibles e insostenibles. Supusiste una adicción animal, anormal y placentera. Escasa tantas veces... Por no hablar, por dejar correr la oportunidad de aclarar las nubes grises que aparecieron de repente. Por tu testarudez y tu egocentrismo, por mis ganas de no dar mi brazo a torcer. También por mi testarudez, cosas eternas que se sentaron en nuestras sillas desde el primer momento y al final nos hicieron desaparecer a ambos.

Cuando te decía que tus besos eran raros, era cierto, siempre fue cierto. Pero en el final, los eché de menos. Ahora tú tienes tu vida y yo la mía, y siempre recordaré esta historia como un torbellino, como un huracán de algo que salió del interior de mi cuerpo. Como un hilo plateado de aliento. Ambigüedad simple de amor-odio, de deseo inaguantable. Breve, y tan intenso...

Pereza insólita

Hoy no saldré al paso.
Hoy no pondré la mano en el fuego.
Hoy no sacaré punta al lápiz de mis energías.
Me pondré el pijama para hundirme en el pozo de esa cama fría y vacía. Dejaré que el silencio me viole. Taladraré mi corazón para cerciorarme de que aún existe.
En la intimidad superficial de cualquier baño de bar escribiré mis letras en papel higiénico, para tirarlas a la basura donde pertenecen.
Sangraré murmullos inertes y vacuos, sin pretender que nadie los escuche ni los reclame, como siempre fue y será.
No codiciaré tu calma ni tu tempestad.
Para que no me arrollen.
Para no quemarme.
Para permanecer desgastada.

lunes, 23 de febrero de 2009

Otro dedicado

Aún recuerdo esas mañanas llenas de legañas y diademas. Aún recuerdo esos bolígrafos de colores que tanto llamaban tu atención, aunque siempre te decantabas por el que pintaba en negro. Aún recuerdo esas tímidas sonrisas que me dedicaste y que sigues dedicando, pero ahora de forma más directa.

Siempre me contabas historias, normalmente relacionadas con el género opuesto. Y yo escuchaba tus peripecias y te veía muchas veces resuelta, otras veces dudosa, pero siempre con una fuerte resolución final en todos los aspectos.

Crecimos y nuestros problemas crecieron con nosotras. Nuestros caminos se separaron, se bifurcaron bajo tu cielo, que fue de un color distinto al mío. Pero nos volvimos a encontrar otra vez bajo el rojo de la salida del sol. Y nos volvimos a separar para más tarde volvernos a unir. Más estrechamente y con más fuerza que nunca. Nos contábamos secretos, uniones de nuestras vidas pasadas, hechos insólitos, susurros en las noches en las que "aprendí a atarme los calcetines".

Y es ahora cuando a menudo pienso qué sería de mí sin los fideos en la sopa, sin la voz en la música, sin los gajos de la naranja, sin el sol en los amaneceres... Es decir, qué sería de mí sin tu sonrisa, sin tus llamadas, sin tus gritos ni tus golpes en el brazo. Qué sería de mí si de vez en cuando no me pellizcases el culo. Qué sería de mí si ahora no te tuviese cerca, sin esos bailes extraños, sin ese verano al sol en la pura vaguería de un pueblo perdido en vete tú a saber dónde.

Qué sería de mí sin vosotros, y sin ti, Iris. La sonrisa que siempre desearé que sea eterna. Te quiero.

No lo hagas

No lo hagas, no sigas insultándote
pensando que no vales o que el escalón
en el que te subiste fue el más bajo
de todos los que había al rededor.

No lo hagas, conserva tu sangre
intacta y piensa que tú puedes.
Piensa que la lluvia siempre se para
y que el viento acaba sin ganas de soplar.

No grites a tus ánimos ni a esa voz
que te empuja, ni a la esperanza
que todavía se refugia en algún rincón
entre esos llantos ahogados.



Suelta esa cuchilla y sal de la bañera.
Ponte unas zapatillas y desenchufa
el secador que preparaste ahí cerca.
No acabes si sabes bien
que hay motivos para seguir.

domingo, 22 de febrero de 2009

Llanto

No me quites el jersey para dejar mi piel
expuesta al frío que se alegra de poder morderme
una vez más para después decirme
que me ganó en la partida contra mis esfuerzos.

Si no lloré, si no caí ante el barranco fue
por tus manos, y ahora me echas una cuerda
al cuello hecha con tu pelo, con tus ganas de
arrastrarme por el fango y la derrota.

Es ese grito de ignorancia el que se desliza
entre mis oídos y mi orgullo fallecido,
desvalido por las lágrimas del tormento
de estar sola y enterrada en una calle cortada.

Arráncame el vello de cuajo, tuérceme
un dedo o písame las energías.Ya no
importa si estoy cuerda o loca, si estoy
sana o enferma, porque así fue como
me hiciste y así es como culminas tu obra.

Sueños en la niñez

Cuando era niña siempre me dormía de la misma manera: me acostaba en la cama mirando de cara a la pared, y cuando sentía que el sueño me ganaba el pulso veía una espiral de colores. Caía dentro de ella, y la sensación de caer se transmitía a todo mi cuerpo. Ahí era donde empezaban siempre mis sueños. Suena totalmente ficticio, pero es verdad; era como una introducción de la película que iba a ver esa noche, como los anuncios que te ponen en el cine o la canción de movierecords.

Tenía sueños de todas clases. En algunos corría por aceras desconocidas, sintiéndome perseguida por algo o alguien, pero nunca conseguía avanzar en mi carrera y mis pies se mantenían anclados a ese suelo ficticio, haciéndome presa de una angustia extrañamente real, casi palpable.

En otras ocasiones, muchas más de las que puedo recordar, soñaba que al bajar por las escaleras interminables de mi colegio me caía. Eran escalones grandes, de piedra. Sin embargo, cuando estaba a punto de chocar contra el frío, mi cuerpo se elevaba magistralmente, eludiendo el golpe y volando más allá de lo que mi vista lograba alcanzar.

También volaba sin razones aparentes; mientras corría sentía el deseo de la velocidad, y mis pies se alzaban haciendo caso a un impulso creado por mi propio cuerpo para sobrevolar edificios y árboles, llegando incluso a chocarme con las ramas. Pero, por otra parte, había veces, muchas, en las que mi cuerpo perdía ese impulso por una razón u otra y sentía que caía, que caía de verdad, a cientos de metros, y que el choque era imparable.

Supongo que mis sueños siempre quisieron decirme algo, que bajo esas historias ficticias y llenas de diversión durante unos pocos minutos se enlazaba un significado oculto intrínseco que no pude desvelar. Al fin y al cabo, era una niña, y como tal, podía permitirme soñar lo que quisiera. Tenía toda la vida por delante y muchos más vuelos que disfrutar.

Al crecer, el remolino de colores que ofrecía un preludio a mis divagaciones nocturnas se apagó. Fue mostrándose, ya no siempre, sino sólo ocasionalmente, cuando le venía en gana o no se sentía perezoso. Al cabo del tiempo, terminó desapareciendo definitivamente; y ahora mis sueños ya nunca más van precedidos de esa espiral extraña y atrayente. Nos hacemos mayores, poco a poco, pero sin descanso.

Qué gran regalo es la niñez, que te permite ser un ave, un halcón o un maniquí de cintura para abajo. Qué gran regalo de poder ser lo que quieras y tener tus propios sueños...

Impaciencia de buscarte

Mirando desde el suelo veo
que me encuentro tirada
en esta vida muerta
y en huecos desvalijada.

Sin su tacto ni su rojo
en las mejillas,
ni su olor colándose
de repente por la rejilla

de la ventana que
cerró al momento
en que se fue, dejándome
sin el último aliento.

Con el sudor en mi cama
y todavía reciente
revolviéndose incansable
entre sábanas calientes.

¡Vuelve!
No me dejes como siempre
sacándome los ojos y moviéndolos
para poder volver a verte.

Por un instante, te pido:
desgarra mis enaguas
con ímpetu y esmero
pero haz más que eso...

Acaba con la espera
que se me hace eterna.
Sácame de la Tierra,
arremete contra la impaciencia

de buscarte eternamente
para más tarde encontrarte
y al final, jamás
conseguir retenerte.

sábado, 21 de febrero de 2009

Pablo era diferente

Desde que era pequeño la gente lo miraba de forma distinta.
Pablo no era como los otros niños, nunca se interesó por el fútbol, ni por tirarle del pelo a las niñas. Y según crecía, tampoco se interesaba por las revistas de mayores. Se quedaba cerca de la ventana mirando a la gente pasar mientras los aviones de papel le rebotaban en la coronilla.

Adoraba la música, y pintar. Pintaba en cualquier cuaderno viejo, en las tapas, en las revistas, en las servilletas nuevas o usadas... Poseía un talento natural, una sensibilidad trazada en susurros, pero poca gente se daba cuenta porque apenas se fijaron en él. Tenía sueños por cumplir, metas a las que llegar a tiempo.

Al final el mundo se dio cuenta de que caminaba a contracorriente, en el sentido opuesto a los consejos de la gente. Se sentía solo en la compañía que sus amigos le brindaban. Las cervezas le sabían a agua sucia y las mariposas no revoloteaban entonces en su estómago. Sin duda alguna, no era igual a los demás.

Ellos empezaron a señalarlo con el dedo, a ponerle la zancadilla y Pablo intentó corregirse por sentirse diferente; sin comprender que no había necesidad de corrección, que no había cogido el mal camino, que no era más que otra persona más en una ciudad más.

Su familia lo rechazó y se albergó en camas sucias, entre sábanas usadas, con ratones de compañía y pelusas en el pelo. Consiguió una beca para entrar en una escuela de Bellas Artes, y empezó a tallar un futuro en lienzos que con paciencia fueron vistos por plurales multitudes.

Su nombre apareció en los periódicos, y uno de ellos llegó a la encimera de la cocina de su antigua casa, a esas manos apocadas. Sacaron el pañuelo con sus iniciales de la mesita de noche vieja y astiada; pero fue demasiado tarde. Ese niño que se convirtió en joven finalmente se convirtió en adulto. Y ya no usaba pañuelos de tela.

Renegando de lo anterior, su presente se convirtió en uno de esos lienzos blancos que tantas veces habían pasado por sus manos. Lo que navegaba a contracorriente al final se hizo moda, y acabó por comprender que, en realidad, ése sí era el camino correcto, como tantos otros.

viernes, 20 de febrero de 2009

Otra vez tú (reeditado)

Se me escurren las palabras por el borde de la cama, y caen al suelo, a tu camiseta tirada y ahora llena de pelos de mi perro. La impaciencia llama a mi puerta una y otra vez preguntándome si estás aquí, instándome a llamarte para ver si quieres una cerveza. El tiempo se me desliza entre los dedos cuando me doy cuenta de que tengo que volver a casa, y me cabreo por la existencia del reloj.

Ataste una cuerda a mi garganta y a mi voz, y ya no sé cómo deshacer el nudo. Y ahora que te has ido lo que me queda es tu olor revolviéndose entre mi ropa y mi pelo, dibujándome una sonrisa con esmero. No te despegues, que aunque raspes mi cara, sabes bien...

Sonrío, como una niña pequeña si te recuerdo, y doy saltos en las aceras. Río, y saco una cajita de ilusiones renovadas para abrirla en tu presencia. Me enciendo, me enciendes, y me creo egoísta por querer tenerte más y más cerca. Ahora me estoy sacando un máster con tu cuerpo por sujeto de estudio. Necesitaré analizarlo un poco más minuciosamente y espero que cooperes.

Dos simples palabras llegan de la mano a mi cabeza, simples y tan importantes... Porque mi tristeza se asusta cuando se encuentra contigo, y huye a un rincón oscuro, convirtiéndose en cenizas. Porque sacas de mí lo que creía perdido. Porque me siento tonta mirando tus fotos, o dudando con el móvil en la mano, o volviendo a ponerme tu jersey cada vez que me lo quito. Porque me sacas de ese foso de pensamientos que liman mi mente.

Todavía no entiendo cómo eres capaz de provocar lo que provocas en mi piel, en mi interior, cómo me sacas de mi propia mente y exploras bajo mi subconsciente. Porque todas estas palabras no son suficientes en tu nombre, porque para plasmar todo lo que evocas el diccionario se queda pequeño...

Todavía no entiendo cómo surgió todo de manera tan rápida y precisa, cómo tomó forma antes de que yo me percatase de ello. Cómo todo me golpeó de repente, con cuerpo de besos y caricias que se filtraron más de lo que tenía calculado. Cómo me asaltaste, porque sabes que llegaste tú y no yo. Y ahora cuando lo recuerdo me pregunto qué habría pasado si esa noche no hubiésemos estado allí.

Probablemente, lo que habría pasado es que, sin haberte conocido, ya te estaría extrañando.

Los diez mandamientos

1.-Amarte más que a mí misma.
2.-No tomar tu nombre en vano.
3.-Santificar tu cuerpo.
4.-Honrar las horas que paso contigo.
5.-Matar la tristeza en tus brazos.
6.-Cometer actos impuros.
7.-Robarte el corazón, o intentarlo al menos...
8.-Mentir si te digo que no te quiero.
9.-Consentir pensamientos no tan puros.
10.-Codiciar tu tiempo y tus labios.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Déjame

Saca de mí
Esta rabia contenida
Esta euforia
De calma retenida.

No me tiendas
en la cuerda del ahorcado
como los calcetines rotos
o en alcohol ahogados.

Por saber
lo que no debía
o querer conocer
lo que no sabía.

No saques por la ventana
mi cabeza
para besarme después
de volver a meterla.


Por qué moverme como las fichas
del ajedrez, con prepotencia
mientras engulles con
avidez mi reina.

Déjame ser solo
como quiero ser
y no como quieras
tú que sea.

martes, 17 de febrero de 2009

Lo que Ella me dio

Hace frío hoy, el viento se mete a empujones por el cuello del abrigo. Escribí unos versos que no me atreví a publicar. Y hoy me siento triste.

Ella me tiró de los talones. Me cogió del pelo y estiró. Me puso la bufanda al rededor de la cara y se rió cuando me caí al suelo por no ver.

Ella me dio un pro, y luego un contra. Y en el autobús me metió un dedo en el ojo, y me tiró un roscón de Reyes encima. Luego me limpió y me dio un beso de buenas noches una vez más. Escondió sus cartas, y me dejó ganar en una de las partidas.

Ella me sacó a la luz y me enchufó a la corriente alterna del mundo, me alimentó de hojas secas y murmullos de consciencia e inconsciencia mezclados en una cocktelera. Me mojó a ostias y me secó dulcemente mientras sonreía.

Me enseñó lo que duele ser feliz. Lo que un trapo representa. La Vida me acorraló, me hizo sentir el viento en las entrañas. Me cogió de la mano y me puso la zancadilla. Pero no caí esa vez, y se molestó.

Y ahora me mira sin saber qué hacer conmigo, como a una niña que se ha comportado mal y no sabes qué castigo poner porque se te agota la imaginación. A la espera de que me dejen sin postre, o sin mi programa preferido... O sin algo peor.

Vidas paralelas

Me despierto y me preparo un café, después me voy al baño a lavarme los dientes y la cara.
Tú te despiertas y apagas el reloj pidiendo cinco minutitos más.

Luego hago la cama y me visto.
Tú dejas la cama sin hacer, y nunca bebes café.

Me despido de mi perro y echo la llave. Cojo el ascensor y salgo por la puerta del portal.
Tú sales dando trompicones, y se te olvida echar la llave. Bajas por las escaleras y siempre tienes que volver a subirlas para echar la llave de verdad.

Camino hasta el Metro, me encuentro con alguien y saludo.
Tú te tropiezas hacia el Metro y nunca te enteras si alguien te saluda.

Subo las escaleras andando, justo para coger el tren a tiempo y meterme corriendo en un vagón.
Tú te quedas medio dormido en las escaleras y pierdes el tren.

Leo mi libro en el trayecto.
Tú coges tu mp3 y te das cuenta de que se le ha gastado la batería.

Siempre llego pronto.
Tú siempre llegas tarde.

Y ahí es cuando nuestros caminos se cruzan para dejar de ser paralelos. Entonces no hay distinciones. Ya somos solo un camino, solo una vida.

Ella

Ella se ponía en una esquina, siempre en la misma, siempre a la misma hora. Al salir de la renfe esperaba a que él llegase. Cuando lo hacía, se echaba a sus brazos y le daba un beso, contenta de estar allí. Daba saltitos cogida de su mano y su alma corría por esas calles por las que habían paseado juntos.Ella miraba todas las Navidades en su buzón, para encontrar una carta suya. La abría rápidamente y la leía y releía. Ella miraba cada día su mail-box, para ver si habría recibido un mail de él. Ella no bebía cerveza si no era a su lado, ni fumaba si no era a su lado. Guardaba todas las rosas que él le había regalado, y las regaba cada día.

Ella sonreía, le sonreía a él. También sonreía sola, pensando en él. Ella suspiraba en el césped, con sus brazos como almohada. Ella quería saber más, y preguntaba. Pero incluso cuando no obtenía respuesta era feliz. Ella enmarcaba sus fotos, se agitaba cuando él la acariciaba. Pero la lluvia llegó. Sin saber como fue, seguía cogiendo la renfe, y esperaba en su esquina. Pero él empezó a llegar tarde. Hasta que un día no apareció. Ella pensó que se le habría olvidado. Así que al siguiente día volvió, a la misma esquina y a la misma hora.

Pero él dejó de venir. Nunca volvió a esa esquina, ni a esa hora. Y ella seguía ahí, esperando, bajo la lluvia y sin paraguas. Ella seguía buscando en su buzón, y en su mail-box. Ella seguía regando las rosas, y limpiaba los marcos que guardaban sus fotos.

Pero él dejó de venir. Las estaciones pasaron por delante sin saludar, y ella empezó a desilusionarse. Y empezó a beber cerveza sola, y a fumar sola. Sus rosas se marchitaron, las fotos se rompieron, y en su mail-box ya no había mensajes. Las siguientes Navidades no recibió carta.

Empezó a olvidar, y a beber y fumar más. Y pensó qué bello habría sido compartir un cigarrillo más, recibir una respuesta a una pregunta más, haberse hecho una foto más.

Declaración de Nuevos Principios

Ya no volveré a mirar el móvil con expectativas anticipadas.
Ya no volveré a perderme en tu mirada como hacía antes.
Ya no volveré a desear tus labios cada diez minutos.
Ya no volveré a llegar a casa pensando en verte.
Ya no volveré a pensar en ti con una sonrisa en los ojos.
Ya no volveré a hacer preguntas.
Ya no volveré a desear más de lo que recibo.
Ya no volveré a susurrar tu nombre entre cada esquina.
Ya no volveré a preguntarme si me miras como te miro yo.
Ya no volveré a analizar tus palabras.
Ya no volveré a creer que te necesito.

A partir de ahora pensaré en mí, en mis sueños, en mis ilusiones, en mi futuro, en mi vida. Pintaré horizontes nuevos, desafiando al asfalto ardiente. Soñaré con otras personas, y dedicaré mi tiempo a ellas. No beberé licor amargo en tu vaso. No maldeciré las horas que no paso contigo.

Saborearé el cielo recién exprimido, bañándome en cada gota. Seré egoísta, sí, egoísta, pero con razones. Me preocuparé por quien lo merezca. No viviré a la sombra de un pensamiento, ni a la sombra de la eterna espera que siempre eres tú.

Porque a partir de ahora, el juego va sobre mí, y no sobre ti.

lunes, 16 de febrero de 2009

Para Adri

Tú eres como la voz de esa risa que sale por mis labios. Sin esa voz no habría risa ni alegría.

Conoces mis pasos, siguiéndolos al ritmo, y yo conozco los tuyos. Los vivo como si los dieran mis propios pies.

Tú eres ese compañero de experiencias, ese confidente, ese tipo risueño con el que fumar cientos de cigarrillos. Pero eres aún más que eso.

Tú eres como el agua que moja todas las calles, que arrasa barrios enteros con su sonrisa. Que arremete contra sus desdichas, y fulmina las mías.

Tú eres la esperanza que se asoma por la ventana, el abrazo que necesito para seguir adelante, el empuje de mi carrera.

Tú eres ese aire que se cuela por un resquicio de la ventana, aire fresco y puro que absorbe y despierta.

Tú eres esa inocencia que a veces me falta, ese recuerdo que te abre los ojos.

Tú eres esa canción que se canta en cualquier ocasión, que a veces desespera pero si no es oída se echa de menos

Tú eres esa llamada telefónica que uno siempre necesita en momentos oportunos.

Tú eres ese hombro, esa mano que siempre te saca del foso, esas palabras de consuelo, ese ánimo en los momentos flacos, en las bajadas. Esa voz que te invita a seguir adelante. Ese apoyo, esa persona adictiva, esa necesidad.

Tú eres tantas cosas que no se entendería mi existencia sin ti. Te quiero.

Sin palabras

Después de tanto tiempo, y ahora no sé qué decir.

Las palabras se escaparon por la ventana, bajando por un precipicio, o escondiéndose en algún cajón mohoso. Me quedé aquí y tú te fuiste. O yo me fui y tú te quedaste.

No hubo una razón, pero sí el sentimiento de que caminábamos por aceras distintas, de que cogíamos trenes en direcciones contrarias. No nos pusimos de acuerdo en los horarios.

Y al recordarlo me convierto en una especie de sonrisa agridulce. Vivíamos pasando el tiempo en bares, en mi cama o en la tuya, merendando besos y discusiones. Oyendo palabras desafortunadas y ecos de voces sin cuerpo ni alma.

Después de tanto tiempo, y ahora no sé qué decir.

Juego de azar

Jugando a este juego sin reglas.
Sin saber qué cartas tienes ni lo que puedo llegar a tener yo.
En esta rueda que gira, como en la ruleta, creando combinaciones paralelas, sin saber el final de la historia.

Tiras los dados como esperando a que el Azar haga su trabajo. Pero a veces el azar falla y te pega un bofetón en la cara. Recuérdalo.

Juegas al póquer con nueve cartas. Y yo espero que en algún momento saques una de esas que escondes tan eficazmente. Pero sé que no lo harás. Y así me quedo siempre, esperando a que este juego deje de serlo, a no tener que depender de la Suerte, a recibir cartas buenas por una vez. Sin embargo, cuando creo que por fin tengo buenas cartas me llega otra que me jode toda la mano.

¿Cuándo pondrás todas las cartas sobre la mesa? ¿Cuándo apostarás de verdad, a carta descubierta, sin la ambigüedad de no saber qué echarás ahora? Desearía saber cuándo terminará el juego, cuando ganaré en mis apuestas, cuando te aliarás conmigo en contra del resto para hacer una partida con sentido.

Aunque no hagas trampas, siempre tengo la sensación de que las haces, con esa cara de mus, soltando cartas como dardos, a la deriva y tan intencionadamente. Guardando las distancias, calculando cualquier reacción humana para no ser descubierto en esa Gran Maniobra. Sencillamente insoportable. Pero juegas bien.

Aunque ya se sabe: afortunado en juego, desafortunado en amores.

viernes, 13 de febrero de 2009

Colores nuevos

El sol se posa sobre mi piel tímida y siento un escalofrío y a la vez una satisfacción personal.
Comienza el buen tiempo, que embriaga los sentidos y retiene las miradas de desconocidos. Miras por la ventana y ves a los niños con sus balones, a las embarazadas con ese brillo especial en la cara y a tantas y tantas personas que pasean agarradas por los parques.

Los colores brillan intensamente, reflejándose en tus ojos como si nunca los hubiéramos visto antes. Es entonces cuando piensas que eres afortunado por poder compartirlo con alguien. Los árboles se alegran y los edificios cantan a través de las ventanas. La ropa tendida emite un olor que empapa.

El guiño de un desconocido. Alguna palabra halagadora, o incluso, a veces, alguna frase no tan halagadora y con propósitos claramente infundados. El correr del agua, el cálido y claro cielo. El correteo juvenil, la alegría motivada pero carente de razones.

Veo a esos niños con balones o cometas, a esas embarazadas, a esas personas agarradas y sonrío por dentro. Y por fuera.

La primavera se acerca.

jueves, 12 de febrero de 2009

Calma precedente

Debajo de la lluvia hiriente, en el diluvio de sentimientos contradictorios y de caminos opuestos, de naturalezas tan chocantes. El frío aire eriza mi vello. Mis dedos se arquean, y mi oído presta atención a la luz de las farolas en la calle.

Busco mi camino, sin salir del destino que aún desconozco. Y que siempre desconoceré. Un susurro en la noche, una conmoción retenida entre palabras de fracaso y de reproches. La tormenta se aproxima, sobre la escafandra de mi isla perdida.

Los hechos se desencadenan uno tras otro, sin dar tiempo a inhalar aire nuevo entre ellos. Se repiten, como una constante presente desde mi niñez, cabalgando a mi paso. Por mucho que corra nunca lo adelanto, y cuando creo que ya lo he hecho, acelera y me mira con cara de prepotencia, recordándome que jamás podré librarme de él. "Don´t look back in anger".

Llévame a un lugar distinto, donde no haya aire gris, donde mi mente no se sature ni diga "loading, please wait". En las tardes debajo del sol o de la lluvia torrencial, pero lejos de esto. Déjame salir del ojo del huracán.

Me siento como en la calma que precede a la tempestad. En algún momento estallará, si no lo ha hecho ya y no me he dado cuenta.

N 3bss

Complicado. Enrevesado y tan sencillo.
Nos movemos por este universo tan extraño, siempre agarrados, buscándonos las manos.
Andamos contra las calles, en direcciones inexistentes, dando tumbos y arrimándonos en las esquinas.
Contra lo establecido y arrastrando, a veces, los pies.
En reuniones inesperadas y perdidos por el mundo.
Transportándonos en medios no tan cómodos, riéndonos de nuestras azañas, de nuestros problemas y hasta de nosotros mismos.
Contra el viento y la lluvia ácida.
Sirviéndonos de las paradas de autobús, de las escaleras mecánicas, de las paredes, de las sillas, y las mesas... Cualquier sitio es bueno.
"En tres besos les hemos roto la religión y la moral".

miércoles, 11 de febrero de 2009

Brain Storm-Tormenta de Ideas

El coche azul avanza decidido, imponente y chorreando música hacia el semáforo frente a mi ventana. Por cierto, muy sucia hoy, ¿por qué hay un pelo de mi perro en la ventana?. Una madre va con un carrito de bebé.
Qué cosa más pequeña.
¿Hablará ya?
¿Y mi paso de peatones donde está? Se esfumó por la acera de la incontinencia verbal, en la calle del Velo.
Un burkha.
La fruta está buena pero es insoportable tras tres horas de lo mismo. El jugo se desparrama por las comisuras de los labios. Uhm. Rico, amargo, dulce, áspero.
Carraspeo.
El cigarro se consume y el motorista va sin casco. Espero que el cerebro no se le derrita bajo el sol de la ciudad. Cuidad abierta, cosmopolita y jodidamente jodida. “Si te fijas, nadie es de Madrid. Hay muy pocos gatos, lo que se dice gatos, gatos”.
No quiero hacer sentadillas ni sacar a mi perro. No te retuerzas, ya abro la puerta para salir a tu paraíso terrenal, lleno de arena y señales.
Un rizo en el ojo, una sonrisa en la mano.

Amor

Amor:

Nominación
cojonuda
de la locura
sin razón.

Diccionario enciclopédico universal.

martes, 10 de febrero de 2009

Cuando las niñas

Hace tiempo que soñamos juntas, que reímos y lloramos, que no sabemos qué hacer con estas vidas paralelas. Hace tiempo desde que pintábamos ilusiones en el banco del patio.

Juntas aprendimos a abandonar la palabra Inocencia, a aprender la palabra Picardía, a acoger el Descaro como medio de transporte. Y empezamos a dejar de maltratarnos con nuestras propias palabras por hechos ajenos y llenos de importancia que ahora parecen tan vacíos... Cuando no tan niñas nos presentábamos indecentemente bajo cualquier foco de bar, haciendo uso del maquillaje que escondía o resaltaba lo que teníamos o no teníamos.

En tu caso, nos embarcamos en el mundo de las experiencias inesperadas, nos perdimos y nos volvimos a encontrar. Tantas veces que ya no podría numerarlas. Me embaucaste en la relación más tortuosa, y en otra igual de placentera que tortuosa la nuestra. Con miradas que no hacen falta ser expresadas con palabras. Llena de sentido, intranquilidad y palabras bastas te veo, y sonrío por dentro.

Sin embargo, en vuestro caso salió algo inesperado como por obra del destino. Tan vivas y tímidas como esas olas de la ducha. Y ahora me parece un mundo cuando recuerdo vuestros consejos y esa sabia decisión. Ese estar y esa lógica aplastante, matemática, casi enzumada con exprimidor. Tantos años haciendo malabares entre mi mano derecha y mi mano izquierda. Simples y complejas hasta límites no prescritos.

Cuando las niñas crecen, se descaman y se agrandan, avanzan interiormente y exteriormente. Cuando los años pasan para todas nosotras, cuando sales de lo establecido, para meterte en la originalidad y más allá... En la rareza encantadora de ser así, como sois. Simplemente, como erais, sois, y seréis para mí. En caminos enlazados.

Lo siento si quizás...

Lo siento por no decir cuánto me importas.
Lo siento si cuando oigo un "te quiero" callo.
Lo siento por querer hacer de ti mi método.

Lo siento por no estar a la altura de tu estado. Lo siento si dudo, si te busco entre mis sábanas, si me pierdo en tu mirada, si te asfixio entre mis dedos. Lo siento por no prometer, si no cumplo con lo creído.Lo siento si esperas más de lo que ves, si no te soy suficiente, o si creo que no lo soy.

Lo siento si me siento inferior, lo siento si peco con la incontinencia de mis manos, si no sé expresar lo que siento, si callo, si no digo, si callo, si callo como una cobarde cobaya de laboratorio en tus ojos. Si intento ser importante para ti, si no sé cuándo parar o cuándo continuar, si mi miedo me retrae y me dobla como una hoja de papel de liar.

Lo siento si me regocijo en tus risas, si doy golpes al suelo cuando no te veo. Lo siento por intentar navegar en tu mente sin quererlo, si no me fío de los hechos, si no veo lo que quieres, si pido que me hables. Perdona por querer saber más de lo que debería.

Lo siento si quizás te pierdo por no saber si te importo, o por saber que me importas demasiado.

Por no llorar

Por no llorar me agarraba al aire para no perderme.
Por no llorar besaba el agua para calmar mis penas.
Por no llorar sangraba días y mares.

Me perdía entre moteles de carretera, sin bastón de peregrino y sin maleta por no inundarme en las olas del asfalto, con la nostalgia a las espaldas. Por no hundirme en mis pensamientos.

Me metía un flotador en la mente, atado con una cuerda al ombligo, para no naufragar en esa vida loca y sin vodka. Entre chupitos y pies descalzos. Enloquecía en medio de árboles. Perdía mis minutos y mis cabellos entre la abigüedad de comprender y fallar.
Erraba y me sentía errante.

Construía historias de piratas, con buques que navegaban perdiendo tesoros, regalando botellas vacías, piratas acompañados de mirlos y no de loros. Venía cargada de collares de plástico y tizas transparentes.

Por no llorar salía a las tardes de invierno. Me perdía en esa espiral de aceras y me agitaba entre esa masa de cuerpos, abrigos y sombreros nevados que nevaban en mi cara. Daba tumbos entre esquina y esquina.

Por no llorar abandoné mis horas y mis vidas muertas. Por no llorar reprimí mis ilusiones y mis fallos.

Reclamación indecente

Con descaro
me cuelo
en ese ascensor
que baja a tu velero

Le echo un pulso
a la ironía.
Que se sorprende
si le hurto.

Entre el tumulto
de palabras
brutas, alocadas,
te usurpo

el tiempo que reclamo
como mío, para ofrecerte
ese placer
que viene en ramo.

Ramo de historias
vivientes,
hirientes llenas
de euforia.

Para quitarte
esa canción maldita
y una noche atrevida
poder darte.

Ayer

Ayer cuando me levanté noté que algo había cambiado en mí.
No sé, como que me notaba rara o algo así..., ¿sabes?
Y entonces me di cuenta de que ya no era persona. ¡Me había convertido en pájaro! ¡Tenía alas!
Y pensé: "Oh Dios Mío. Por favor, que no sea una urraca. Ni un cuervo, que son muy feos..."

Y sin saber cómo empecé a hacer prácticas. Porque, claro, no estaba acostumbrada a tener esas cosas con plumas por brazos. Al final conseguí elevarme un poquito por encima de la cama. ¡Qué alegría! Al cabo de lo que yo estimé tres horas conseguí volar hasta el espejo.
¡Era una golondrina!
Pobre Bécquer si me viera...

Pero, oye, que no estoy tan mal, ¿eh?
Fue fantástico poder volar por toda la casa engañando a mi perra, que me perseguía sin poder atraparme. Pobre ilusa.

Al final conseguí salir de casa por un huequecito de la ventana de la cocina. Vi mundo. Sobrevolé montañas, ramas, personas. Edificios, coches, nubes, rebaños.

Volví a la ciudad y fue entonces cuando pasó. Me estampé contra un muro. No tenía mucha práctica, tarde o temprano tenía que pasar...
Me desperté en urgencias, con mi cuerpo de siempre, con mis alas ya cortadas.


Es lo que pasa cuando uno ha sido humano, que no se acostumbra a la libertad.

Porque Yo Lo Digo.

Dame, dame, dame más.
No razones, no le busques una explicación. Quiero más.
No me domines, pero no me sueltes.
Dame palabras, dame silencio.

Háblame de las nubes, los pájaros, de los zapatos que me ensuciaste.
Háblame del cielo violeta, de ti, de lo oscuro que está el río de noche.
Pegúntame por mí, por ti, por qué apago siempre la luz. Por qué no me gustan esos espaguetis que me pones. Explícame por qué no bebes café.

Explícame por qué siempre enciendes la luz.
Explícame por qué no te acercas por detrás ni por delante, por qué bajas de repente.
Por qué me das un hibuprofeno.


Que soy fuerte, pero también frágil. Y me caigo con esos zapatos sucios.
Dame, y después de dar, sigue dando...

uhm

Corre diablillo, corre.
Persiguiendo a ese ángel de alas rojas y blancas.
No pierdas en entusiasmo, diablillo.
Persíguelo, vuela hasta la copa de los pinos.
Sangrándote los pies, no pierdas el entusiasmo.
Que no se te escape.

No pierdas el autobús.
Jajaja.

.

Si no me siento persona, si no me siento real.
Fue por tu culpa, bendita culpa.
Si me agarro al borde de la ventana, sacando los pies por el tejado.
Cabeza abajo en el océano, flotando con la punta de los dedos.
Transcripción de la infinita mentira-verdad.
Polifacética idealista del mundo surrealista.
Do, Si. Re, Mi. Fa, Do.
Por tu culpa.

Él

Él era un hombre alto, delgado, larguirucho podríamos decir. Pero tenía unas piernas fuertes, pisaba con decisión allá por donde iba. Era decidido, valiente, impetuoso, directo. Sus facciones duras se complementaban con unos ojos casi negros, de mirada glacial. No le importaba si el suelo estaba encharcado, si debajo de sus pies había hielo o fuego, seguía caminando. Sabía lo que quería y sabía cómo conseguirlo.

A él no le importaban las estaciones. No se dejaba atraer ni tentar por vanalidades. Si el viento le congelaba las mejillas, no le importaba. Si la lluvia le calaba hasta la piel no le importaba. Si el sol le abrasaba las entrañas no le importaba. Se entretenía jugando al ajedrez, con o sin compañía. A veces solo, contra sí mismo, desafiándose con cada movimiento. Consiguió un trabajo, y después un puesto mejor, y después uno aún mejor.

Prestaba atención, escuchaba, hacía prácticas de tímpano. Pero al poco tiempo los problemas ajenos dejaron de llamar su atención. Al poco tiempo las fechas se le olvidaron. Al poco tiempo el ajedrez no le entretuvo más. Y pasó el tiempo... Los segundos se le convertían en minutos, los minutos se le transformaban en horas, y las horas... en horas y media, tampoco exageremos. Las palabras se acortaron en sus hojas de cartón..., y en su vida de latón.

Así fue como sus amigos dejaron de llamarle, porque el móvil se congelaba en sus frías manos. Al igual que la piel de ella, que ya no buscaba su tacto, porque era duro, rígido y sistemático y no obtenía ninguna recompensa. Se acabaron los vinos en los locales de Madrid, y también los Bloody Mary en las terrazas de Valencia. Se acabaron los mensajes en el contestador de su madre, y las notas en la nevera, y los besos... Y los "te quiero", y los "llámame y quedamos".

Porque nunca supo decir lo que le hizo falta, porque nunca expresó qué era lo que le tenía hambriento. Porque nunca respondía a esos mensajes en el contestador, ni a esas llamadas, ni a esas postales, ni a esos christmas. Nunca supo mantener lo que un día tuvo. Nunca supo responder con ganas, sino con obligación y desdén. Porque algún día, todo dejó de importarle. Nunca dijo "te quiero", nunca dijo "llámame y quedamos", nunca dijo "eres importante para mí". Nunca dijo "te necesito" porque nunca creyó necesitar a nadie.

Asqueado y desaliñado empezó a resentirse, a lastimarse y a maldecirse. Y ya no pudo aliviar su pena. Lo despidieron, y ya no quedó nada. Lo insultaron, pero no importó. Lo hirieron, pero tampoco importó.

Y así pasaron los días
con su amigo, el alcohol,
y esa caja llena
de recuerdos, de remordimientos.
De pensamientos impuros y
de pensamientos vanos.
Porque ya nunca más
nada le importó.

04/02/2009

Vivencias borrosas

Hubo un tiempo en el que podíamos soñar, un tiempo en el que nos creíamos libres, en el que pensábamos que el mundo estaba a nuestros pies. Pero poco a poco te das cuenta de las ilusiones que partieron y las realidades que ocuparon su lugar.

Tras ese tiempo, vino uno nuevo. Uno en el que mis pies se anclaban al suelo, uno en el que mis manos se aferraban a esas ilusiones perdidas, olvidadas en los resquicios de una leve sonrisa. Y ahí es cuando, primero las dudas, luego el temor, y más tarde la soledad me asaltaron. Intentaba responderme a mí misma qué estaba pasando dentro de mí y fuera de mi mente.
Todos esos cambios... Creo que la realidad a veces te abruma. Un día te despiertas sin ganas de seguir, olvidando todo aquello que antes te importaba, y cuando, aún con esfuerzo, lo recuerdas, te agarras a ello como si fuera la única salida a tu nueva imagen. A tu nuevo "yo", a tus nuevas realidades. Quizá nos hacemos mayores, los problemas crecen, nos sentimos débiles e indefensos ante una nueva sociedad, un nuevo aparentar...
Qué sencillo era antes arreglarlo todo con nuestras tizas de colores! Y pintar nuevos amaneceres y cielos azules en la pared de nuestra habitación.
No pretendo juzgar, sólo mostrar. Quizás mostrar un punto de vista distinto, para algunos real. Espero, seas quien seas, que al leer esto te tomes unos míseros minutos para reflexionar.


2007

Cena conmigo

Quisiera arañarte como hace el sol con sus rayos en tu cuerpo.
Quisiera tirarte al suelo y romperte sin tocarte, rozarte con mi pelo.
Quisiera desmembrarme, bifurcarme y dejarte elegir la carretera.
Diluirte en mi probeta y ser tu capricho, evaporarme para dejar que me aspires. Perderme en ti y regresar con forma humana.
Pasar por la hoguera sin quemarme, agarrarme a una nube en el cielo y arrastrarme por tu piel.
Quisiera hacerte ver que las matemáticas fallan.
Contradecir las leyes de la física, atravesar la pared y salir de mi mente.
Dejar mecerte en mi canción, sacarte de la Tierra y sentir el aire dentro de tu cuerpo.
Cerrar la noche en las estrellas colgantes de nuestro tejado.
Hundirme en el magnetismo y arrastrarte conmigo.
Átame, líame, enrédame en tu laberinto. Rebaña las sobras que queden.
Que te arraigues en mi tierra y tus ramas se esparzan.

Cena conmigo esta noche.

Perdido

Quizás debí haber prestado más atención, no haber jugado con las palabras que desdichadas salían disparadas de mis labios. O con las palabras que afortunadas te buscaban a través de un cable oxidado y frío. Debí haberme dado cuenta de que lo bueno se escapaba por la ventana.

Y no pude cerrarla. O no supe, culpa de mi estúpida ignorancia, de mi dejadez o de la tuya. Por rebasar los límites de lo que nos prohibimos en su día. De esas promesas cálidas y libres, gratuitas, que nos ofrecíamos con los brazos abiertos, puros.

Recordaba esas tardes de primavera, de pantalones cortos y sueños en la acera ardiente diluida de la ilusión infantil. Esos labios rojos a las seis de las tarde, esa enredadera entre el pelo y los dedos. Déjame aunque sea la mitad de eso. Ahora ya es demasiado tarde.

Ya no nos veremos como hacíamos ateayer, en el refugio de esa vida vacua y perdida, que ya casi no puedo recordar. Ya no iremos de la mano por las calles de París, por el metro, sin soltarnos para pasar entre los tornos. Ya no me ofrecerás papel escrito con tu letra, papel fino, de fumar, pero con tu letra. Ya no cantaremos esas canciones de musicales en Navidad, con la nieve como compañera, o la lluvia o el viento... Ya no nos miraremos para hacer los mismos comentarios salidos de alguna melodía.

Lo siento. Por perderte, por imaginar que ese sentimiento sería eterno. Por creer en las posibilidades de esa carretera secundaria, por no saber que estaba cortada, por no saber aparcar. Por no echar lubricante y frotar demasiado.

Lo siento por ser un estropajo seco. Lo siento por que tú no hayas sido más que un bote vacío. Nuestra culpa irremediable.

Oda a los amigos perdidos.

De todo un poco

Un recordatorio a esos pequeños placeres

Hoy he recordado el día que fuimos a ver "V de Vendetta". Tú te acuerdas?? Hubo una parte en la que, he de reconocerlo, me emocioné. Quizás por la historia, y quizás y más probablemente por lo que la historia representaba:ideales de libertad, justicia y amor.

Puedo parecer tonta, pero sinceramente, creo que llorar viendo una película es el mejor signo de emoción que una persona puede demostrar ante una escena que realmente lo merece. Y es este el motivo de que hoy haya recordado todas esas cosas. ¿Significa eso que soy humana? ¿Que en mi vano interior existe una parte emocionalmente susceptible?

Permíteme darte un consejo, quien quiera que seas y estés leyendo esto: vive la vida como si cada pequeña muestra sutil de lo que te rodea fuera un pequeño tesoro, una pizca de una obra de arte. Vive como si cada nota de una canción te haga recordar o sentir algo nuevo, como si cada rayo de sol fuera el primero de esta nueva primavera. Vive como si cada flor te recordara a una persona especial en tu vida, como si el viento y la lluvia fueran regalos de la naturaleza.

Si lo haces, es que sientes. Y yo no me arrepiento de haber llorado; no me arrepiento de haber pasado horas escuchando las mismas canciones;no me arrepiento de haberme quedado cinco minutos tirada en la cama viendo las hojas de los árboles bambolearse al son del viento y oyendo a los pajarillos cantar; no me arrepiento de haber usado mi tiempo en mirar por la ventana, o en mirar al cielo, o las nubes o en mirar a la persona que más haya querido en ese momento. No lo hagas tú tampoco, porque si, como yo, has aprovechado(que no malgastado) tu tiempo en cualquiera de estas cosas, es que estás vivo.


Confusiones in my mind

I don´t know exactly how to begin to write this odd feelings. Je ne sais pas quand il a començé, perhaps it was allways there. Ajourd´hui, je soulement sais que tu me manques, je ne sais pas pourquoi, but i think i´m losing you over and over, una y otra vez. Sometimes i think i´m lost in the numb of my mind, and i don´t know how can i find myself without you. Because yesterday i noticed the truth:quelque fois je necessite parler avec toi, mais je ne peut pas, parce que tu n´est pas ici, and i can´t fill this wierd hollow. Sólo puedo admitir mis errores, but i can´t do anything to solve them. Maybe you don´t understand me, i don´t know exactly how to explain myself. Sometimes i need to talk with you, je veux parler avec toi, mais ce n´est pas le meilleur solution que je peut trouver. I hope you´ll be okay... Will we talk again?? Nous pouvons continuer avec cette relation?? Give me an answer, i will be waiting, but i can´t stand much more living like this, preteanding what i´m not really. Je te demande pardon une autre fois, ´cause i know i´ve hurt you. I didn´t really want to do it, forgive me, lo siento... Yesterday I noticed that tu me manques...
Ya sé que es incomprensible. No espero ser comprendida, sólo,quizás, ser escuchada o ni si quiera eso. Simplemente pasar desapercibida...
Parce que je ne peut faire rien pour solutioner cette situation, I´ll be waiting...

2006

Soledad

¿Soledad?
Soledad... ¿Qué es estar solo, a fin de cuentas?
¿Nunca te has sentido solo a pesar de estar rodeado de gente?
Un canto a la soledad... La soledad es una respiración profunda donde no hay nadie, un eco de una voz sin cuerpo, el murmullo de palabras sin nombre...
Refugio solitario: la mente, donde se reviven tantos recuerdos.
Una triste melodía, un grito ahogado.
¿Por qué de repente me siento tan sola?
Siento el apoyo de la gente, siento sus manos sobre mis hombros... Pero aún así no tengo esperanza, siento sus manos gélidas, un frío que traspasa mis entrañas.
Deseo, Olvido, Perdición, Distancia...
Para al final acabar los días en soledad.
Amando...
Y viviendo.

2005

Vacío

Vacía en mi interior.
Asumo en silencio mis pesares, intentando acallar las voces de mi pensamiento.
Lloro, hablo, río, pienso... pero, ¿qué es todo a fin de cuentas, sino falsear?
¿Qué es todo sino envolverme en una oscura máscara que tape mi pesar?
Los días se hacen eternos, todo pesa en este corazón. Me consumo como una vela a la que le llega la hora de abandonar sus fuerzas y sus energías.
Me retraso pensando que algún día las cosas irán para mejor... Pero lo único que hago es encerrarme a mí misma, gritar en mi interior como un niño que busca ser escuchado.
Caigo... en una nube negra de malestar, mientras finjo ser feliz, mientras espero que todo pase... Y poder ser libre al fin.
Ciega, sorda, muda.
Ciega al pretender negar lo que mis ojos ven.
Sorda al pretender no oír esas voces que gritan dentro de mí.
Muda al callar lo que siento, al callar esto que me mata por dentro.
Me consumo en un latido de vida. Las lágrimas que un día cayeron por mis mejillas me hicieron reaccionar, y ahora sólo espero que esas lágrimas negras me hagan ser más fuerte para poder avanzar.
Imagino una vida mejor, imagino un mundo de felicidad. Pero ya es tarde para arreglar las cosas... Olvidada, me retraeré como una estrella perdida en el horizonte, una estrella con su oportunidad perdida. Una estrella consumida que sólo espera volver a ser feliz...
Viviendo en la muerte, muriendo en vida. Intentando abrir los ojos...
Esperando ser salvada... Una salvación que jamás llegará.
Humedad en mi rostro , vacío en mis adentros, soledad en mi corazón.
Un cuerpo muerto, un alma muerta. Mi espíritu vagará por aquellos lugares donde podría haber sido feliz y no lo fue...
Quedaré convertida...en nada.

2005

lunes, 9 de febrero de 2009

Fuera

La mente embriagada, el corazón pesado y lejano de su región.

Un hormigueo que recorre la sensatez, embaucándola hasta el límite de la cordura, hacia la locura del final de los días. El desgarro de unos recuerdos que pesan en el cuerpo, de los años de fatigas, presa de la desesperación y de los pensamientos amargos.

La soledad reclama lo que es suyo, se apropia de esos restos de antaño, de esas épocas que en su día fueron de conquistas y celebraciones.

La luz apagada, irreconocible de unos ojos cerrados, como la caída del día sobre el trémulo valle. El cabello nublado y las manos como el largo recorrido de un río; encerrados ambos en un cuerpo joven y aún así marchito.

2005

Quiero ser

Quiero ser como esa hoja
que se retuerce en el suelo
impasible, relajada,
que se abandona al soplido
de un niño, del viento.

Quiero ser como esa ola
que se mece tranquila,
apacible entre las demás,
liberándose, fugitiva.

Quiero ser como ese rayo
de luz, que atraviesa ventanas
portando alegría y firmeza,
en el calor de la mañana.

Quiero ser como ese pájaro
que vuela constante a tu vera
que no teme ir a la rama
con la Libertad como bandera.

Libre, escurridiza, tranquila.
Locuaz, soñadora, viva.

Perdona

Perdona por escribir
en tu piel mi nombre
con caricias, con los dedos
empañados en aliento.

Perdona por no saber escoger
si quiero un abrazo
o un beso o simplemente
por querer ambos.

Perdona por atarme a tus pies
cuando caminas, cuando paras
cuando sales o entras
y vayas a donde vayas.

Perdona si hago que te canses,
si desististe en algún momento
por mi culpa. Si reía sin sentido
y eso te confundía.

Perdona por tejerte trampas
con mis hilos de araña desbocada
para que caigas
y te quedes en mi tela.

Perdona por no ir con mapa
en el camino de tu cuerpo
en los badenes,
en los vaivenes.

Perdona por hacer de ti
mi calendario, por no
mirar el reloj en tus brazos.

Perdona por envidiar
tu funda de almohada,
o el agua que llueve
cuando no tienes paraguas.

Perdona si te pido un beso,
si no me contengo,
si pierdo en la batalla
contra mis instintos.

Perdona por mostrarte
siempre, siempre presente
en mis mañanas y mis noches
en las tardes rojas o amargas.
...
Perdona por no poner
hora de llegada
cuando me derrito
entre los pliegues de tu piel.

Perdona por temerte,
por quererte,
por desearte.
Perdona por querer tenerte...

En algún lugar... 2

Miro a las montañas. Pinos, chopos y claros pueblan los montes, como guardianes eternos de una magia insondable. Sabios, esquivos, fríos.

Llenos de historias y secretos, de locuras y palabras silenciosas e impronunciables. Montes oscuros y paisajes sobrecogedores bajo un manto claro y cristalino. Un manto puro, lleno de vida y al tiempo inerte. Desechos de lluvia que se alejan en su danza ritual, sometiéndose a vientos y tempestades.

Ladridos y el piar de algún pajarillo perturban el sacro silencio. A veces el murmullo del viento, seduciendo a alguna hoja despistada llega al tímpano de un fiel oyente, si es que lo hay. Las montañas cantan por sí mismas, y callan por sí mismas, haciendo honor a su espíritu único, libre.

La naturaleza respira en su curso con profunda tranquilidad. Las pisadas de un solitario ciervo irrumpen en ese resquicio sagrado de lo que un día pobló esa estéril superficie, terriblemente fértil en su día y destruida en vacuidad por la inconsciencia humana. Mientras un llanto abandonado se quedaba a las puertas de oídos necios, tapados por manos necias, pertenecientes a humanidades enteras necias.

Nuestra herencia, lo poco que queda de esa gran sabiduría natural, ahora pace tranquila; como esperando su fin y sabiendo que tarde o temprano morirá sin haber transmitido su amplio conocimiento.

Viviendo en silencio, rallando el cielo.

Convencimientos disimulados

Pensando en esta sociedad que tantas veces te engaña, te defrauda o te hace sentir domesticadamente feliz.

Nos enseñan a sentir, a vivir, a mentir, engañar y estafar. Desde un principio dejan claras las pautas a seguir, los estándares, las frases típicas de películas surrealmente moralistas. Te dicen el camino que hay que seguir para llegar a la meta que ellos quieran, aunque creas que es la que quieres tú. Nos enseñan a crecer y nos dicen qué debemos comprar, qué debemos vestir e incluso qué decir en cada momento determinado de nuestra vida, cuál es la sentencia más oportuna.

Nos venden un patriotismo, o una religión, o nuestro propio pensamiento. Y muchas veces nos sale caro.

Nos venden un ideal, un espejismo azucarado para entrar en la niebla en el laberinto de la mente humana. Nos dominan para creer en algo prefabricado, para seguir al rebaño hasta el precipicio. Y si te sales de éste te maltratan. Directa metafórica o dolorosamente. Te asustan para que vuelvas, para que te modeles y esculpas a su medida y no te llamen más "raro" o "extraño".

Ser diferente te puede marcar una gran diferencia.

Encajonan y seleccionan los compartimentos por los que tienes que pasar para llegar a cualquier objetivo. Para tener una casa, o un trabajo, o un perro que te mueva el rabo cuando llegues a casa del trabajo. Para seguir a una oficina, a un jefe, a un amor, a un país... Porque es lo que hay que hacer. Lo que hay que hacer.

Personas

Yendo por la calle te das cuenta de la gran multitud de la que formamos parte. De esa extraña masa de cuerpos, de abrigos en invierno y pelos revueltos. De personas.

Personas con sus propias historias, que caminan con un rumbo fijo o sin él, perdiéndose en la neblina de Madrid, entre edificios, calles y plazas. Personas con sentimientos, con problemas, felices o tristes. Personas que no conoces absolutamente de nada y que tienen tanto que contar... La mayoría de ellas jamás tendrán una conversación contigo. Jamás se tomarán una cerveza con tus amigos o te contarán como les ha ido el día... Pero todas forman parte de lo que hoy en día llamamos mundo.

A veces es curioso que te cruces con alguna y le mantengas la mirada, sin incomodidades. No les conoces de nada, pero por un momento se crea un vínculo estrecho que a veces sigue con alguna frase o una sonrisa. Sonríes por dentro... Y en ocasiones también por fuera. Y la otra parte de este juego de desconocidos se percata y te sonríe de vuelta.

Personas. Tan complejas, tan irresistiblemente irregulares y sorprendentes, unconues... Inconfesablemente atrayentes e intimidantes. Otras veces te sonrojas y apartas la mirada. Otras veces te miran con envidia cuando pasas por su lado, como viendo por un instante algo en ti que ellos perdieron. Y sin embargo no te conocen. No les conoces. Pero da igual.

Sigues tu camino igual que ellos siguen el suyo, perdiéndose en la inmensidad de este abrupto planeta lleno de misterios, entre ruedas o encaramados en tintineos de tacones o en andares peculiares, o en rasgos peculiares. En aceras polifacéticas, irrelevantes. Quizás no las vuelvas a ver jamás, ahí ya entra en juego la prescripción del destino.

Personas..., como tú y como yo.

Dudas

Arrastrada por la corriente de la duda, llegando al desierto de la herida que aún sangra. En mis brazos te miro y aún pienso... ¿Sentirá lo mismo? Si seré yo algún día algo más que ese prototipo de estrella, de chica perfecta e ideal para ti, si no soy sólo un juguete o un pasatiempo del que te encariñaste.

Y la duda me asalta, se cuela entre los pliegues de mis pestañas para llegar a lo más hondo, persiguiéndome hasta perforar mi cerebro y mi corazón, que se retuerce maltrecho entre los restos de tu roce. Cómplice del pretexto de arrancarme las entrañas, de no saber si estarás allí cuando el mar intente ahogarme. De no saber tampoco si tú piensas en mí como lo hago yo, si antes de dormirte esbozas una sonrisa como yo, si cuando te tumbas en tu cama no me buscas. Tal y como lo hago yo...

De no saber si ansías verme, o mirarme, o verme y mirarme, o sentirme... Miro al techo y me embriago en el recuerdo de tu mirada porque el recuerdo es lo que me queda cuando tú ya te has ido. Me subo a las nuves llenas de lluvia, arriba, muy arriba, más lejos que mi cuerpo y que mi alma, que mis entrañas y mi mundo. Porque mi mundo ya no es nada cuando dudo, cuando me siento una muñequita perdida, irrisoria en el camino de la vida absurda y llena de absenta.

Aspirando el humo de la gasolina quemada que se queda en el asfalto del camino inundado de rosas y espinas, pesadez infinita de una fórmula vacía sin oxígeno ni dióxido. ¿Y ahora qué? Dame una señal que sea más que una caricia, llena de palabras el silencio tortuoso e insufrible, empápame, pero hazlo. Antes de que me empequeñezca por la duda, antes de que sea demasiado tarde y esa duda me abrume y me tape con su velo...

Fuera del mundo

Entre montañas me veo, y pienso, qué distinto es todo aquí. Fuera del ruido, del reloj ecléptico y jucioso. Y cada hora que pasa me enveneno; de ese cálido río que es tu cuerpo. De la esperanza de una niña ilusionada que algún día fui. Es difícil comprender cómo he llegado a esto, qué camino he escogido que me ha hecho salir del agujero y meterme en uno más profundo, sin cuerda y sin agua.
Una caricia, un te quiero, un beso. Un beso...
Y pensar que era antes cuando en la luz me sentía en tinieblas, cuando el sol no brillaba en mi ventana, y el viento me lamía la lengua, seca y áspera.

Ahora me siento adulcorada
entre neblinas de pólvora, azufre y viento
y es entonces cuado pienso
que me encuentro arrinconada.

Arinconada en tus brazos,
en el frío de la montaña
y en el calor de la cama
entre momentos gratos

de granadas en los tímpanos
como un crío en su cuento
que no se enciende en la mañana
si no es por tu aliento.

Por tu susurro, por tu risa, tu mirada
en la calle desolada
del dulce escarmiento.

Con el sonido de los besos
como único ruido,
con el sonido de una manta,
de un aliento, de un gemido.

Ahora me siento adulcorada
por ese río
que es tu cuerpo...

lunes, 2 de febrero de 2009

Echar el lastre

Ayer caí en la cuenta de todo lo que me asustaba. Neblinas de pensamientos inconscientes, remotos, fugaces bailaban a mi alrededor. Hoy ya no es así. Redireccionándome intento darle un nuevo enfoque a mi vida, inhalar un poco de aire fresco, nuevo y verde. Ya no volverá a ser aire gris ni azul. Antes daba vueltas en círculos, y ya no quiero volver a dar vueltas a no ser que sea en triángulo, simétrico, ordenado, perfecto, equilibrado. La confusión y el desánimo dejan paso a una nueva era, el estupor marcha para dejar paso a una lucidez casi lógica.

Hoy he decidido ser optimista.

Echaremos el lastre por la ventana, esperando que no vuelva más, que se empotre contra un suelo duro, fuerte y fértil. Hoy me vuelvo a encontrar, llena de ganas, de fuerza, fuerza como la de antes, como la que levantaba un puño en el aire en señal de ánimo. Autosugestión. Si creo que puedo, podré. Si hay caminos duros, que los habrá; si hay caídas, que las habrá; si hay bajadas; como siempre ha habido y habrá; seguiré caminando, me levantaré y subiré una vez más.

Autosugestión.

Sé que puedo.