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miércoles, 27 de mayo de 2009

Verruga en la cara

En aquel lugar donde se esconden las sombras
y el factor sorpresa está sobrevalorado.
En aquel lugar donde todo el mundo
corre en pelotas, por creerse más bellos.
En aquel lugar donde se reniega
de lo que el cuerpo pide.

En aquel lugar donde se retienen
en las escafandras los sentidos.
En aquel lugar donde se hiere en el alma
como si te insultara un hermano.
En aquel lugar donde el delirio y la conmoción
son el plato principal...

En aquel lugar estoy yo.
Desvalijada, y no en pelotas.
Todo el mundo mira y señala,
como a una gran verruga en la cara.

domingo, 24 de mayo de 2009

Sensaciones

Un dedo...
Se desliza interrogando entre mi frente y mis cabellos.

Mi dedo...
Se desliza tímido ente tu corazón y tu ombligo.

Esa piel suave pronto se convierte en escalofrío. Ese escalofrío pronto se convierte en vello, y más tarde, en más piel. Luego, en un susurro y en versos amotinados con color del atardecer. Cabello suave, movimientos bruscos, sensaciones contradictorias. Labios con un mismo destino y caricias perfumadas con primavera. Electricidad recorriendo mi columna. Placer secreto, sonrisas entrecruzadas.

Parecer imperturbable, perecer perturbado.

Ellas se acercan (reeditado)

¡Shhh!
Calla.
No hables.
Que nos oyen.

Nos miran, inquietas y punzantes.
Nos taladran con sus miradas frías.
Calla, no hables, si ya sé lo que pasó.
Quédate a este lado de la puerta.

Un hilo de cerveza
ahora surca la almohada
deshaciéndose estrecha
en un riachuelo hacia el suelo.

Y ellas lo saben, y murmuran.
Y ellas nos pinchan
un poco más
para alargar las lágrimas.

Parece que sonríen en el reflejo del cristal.
O saludan con la mano desde la calle.
Se aproximan intimidantes,
y por cada paso que dan ahora
se convierten en entes más grandes.

Si caminan sincronizadas
parece que ya no dejan
al oxígeno ni la esperanza pasar.

Aumentan con tus palabras
y tus actos malolientes.

Aumentan con mi tristeza
y mi falta de comprensión.

Son aquellas ganas
de dejar lo nuestro y abandonar.

sábado, 23 de mayo de 2009

Si me atreviera a decirte...

Si hubiera una palabra que describiera
lo que siento y lo que eres, la usaría en mis amaneceres y en mis atardeceres.

Si alguna vez te dijera que te necesito,
que me cuesta ver cada día mi cama sin tu contorno en ella,
no te mentiría.

Si alguna vez me atreviera a decirte
que mis pies andan por un solo motivo
y que mi vida se escapa por dentro de tu camisa,
no te mentiría.

Si alguna vez no callara, y te dijera
que mis sonrisas siempre van a ti dedicadas
y que entendí el significado de las palabras por ti,
sería cierto.

Porque es ahora cuando he aprendido
que la felicidad no se mide con termómetro ni cinta,
se mide por cada palmo de tu cuerpo.

Los ratones

Es difícil comprender
que la vida te haga florecer
y perecer en el mismo campo de amapolas.

Resulta extraño saber
por qué lo malo siempre resulta
más fácil de decir.

Es complejo razonar
el que el amor y el odio estén tan cercanos.

Nunca entendí por qué
los ratones tienen rabo.

De un tiempo a esta parte

De un tiempo a esta parte he comprendido
que las esperanzas son enormes listas
en las que te apuntas para comenzar
a explorar otras facetas.

De un tiempo a esta parte he comprendido
que la ilusión siempre se renueva,
se transforma y rehace a sí misma
cuando menos lo esperas.

De un tiempo a esta parte he comprendido
que la derrota nunca es completa
cuando manos ajenas se muestran
siempre a este lado del camino.

Del tiempo en que llegaste comprendí
que los sentimientos en realidad
no nos abandonan nunca.

Comprendí que no hace falta más
que una sola persona para hacerte ver
que aún se puede ser feliz.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Ellas se acercan

¡Shhh!
Calla.
No hables.
Que nos oyen.

Nos miran, inquietas y punzantes.
Nos taladran con sus miradas frías.
Calla, no hables, si ya sé lo que pasó.
Quédate a este lado de la puerta.

Un hilo de cerveza
ahora surca la almohada
deshaciéndose estrecha
por un hueco en la ventana.

Y ellas lo saben, y murmuran.
Y ellas nos pinchan
un poco más
para alargar las lágrimas.

Parece que sonríen en el reflejo del cristal.
O saludan con la mano desde la calle.
Se aproximan intimidantes,
y por cada paso que dan ahora
ya parecen mucho más grandes.

Aumentan con tus palabras
y tus actos malolientes.

Aumentan con mi tristeza
y mis ansias de saltar al vacío.

Son aquellas ganas
de dejar lo nuestro y abandonar.

martes, 19 de mayo de 2009

Es el momento

Es tiempo para hablar.
Es tiempo de desnudar el corazón
a la luz clara y nítida.

Es tiempo para lo verídico
y para la verdad.
Para el descaro
y la desvergüenza.

Es el momento
de desangrarse en aguas,
de desmaquillarse el rostro,
de expresar qué tacto tiene
el pecho desnudo.

Cuerpo

Un cuerpo feo
y lánguido.

Un cuerpo
de escombros hecho.

Como el monstruo
de Mary Shelley.

Esas piernas
que se tambalean.
Esa espina, de cuello
al final de la espalda.

Brazos inertes
y surcados de marcas.
Esos muslos
débiles y poco humanos.

Ese vientre no se desliza,
se arrastra por mareas
llenas de olas y tempestades
que ahora parecen
océanos enteros.

lunes, 18 de mayo de 2009

Y al final, los cardos

Mis ojos no miran más allá.
Mis ojos no miran porque no pueden.
Si no adivinan, mis hormonas se exaltan
cuando las mentiras o el ocultismo
ya están preparados.

En el momento en que los interiores
se enredan y traman
unos a otros con las lilas
y las rosas rojas.

Y al final, de perfil
siempre aparecen los cardos
y los dientes de león
en esas fotos en blanco y negro.

Esas piernas flacuchas y débiles
no deberían ser más
mi meta ni lo que me quite
el sueño que tanto me cuesta encontrar.

Me cansaré de esas manos
pequeñas pero astutas,
y a veces, hasta egoístas
guiadas por otros brazos
sin preocupaciones que a mí me interesen.

El divorcio de objetivos,
desligar las intenciones,
son el punto final asignado
que creo no conseguir avistar.

viernes, 15 de mayo de 2009

Lo que yo quiero, coño

Ya está bien, señores.

¡Lo que yo quiero es expresarme, como yo desee y con las acepciones léxicas o verbales que yo ose disponer, coño!

Romper las barreras de la hipocresía humana y gramatical que anida en los cráneos de tanta y tanta populación ostentosa, que posiblemente no alberga ni albergará la posibilidad de intentar ampliar su comprensión difícilmente localizable...

¡Cuán bello y maravilloso debe de ser escribir de temas tales como el sexo sin el pudor que los años imponen a las creencias que siempre se tuvieron! Presupongo que empezaré a hacerlo próximamente.

Eso es lo que yo quiero, he dicho.

Figuras sucias

Figuras sin nombre,
ni color ni lugar.
Figuras oscuras,
sucias, tapadas.

Enredan y encajonan,
se mueven y danzan
sin dejar al aire
volver a pasar.

En un cero, conspiran
y atrapan.
Mi figura
y mi energía.

Negación no cosmopolita
de tormentas -
y tormentos
surcando el suelo,
arrastrándose.

Croando el suelo
se quiebra y
corroe, de cráneos
vacíos y crujientes.

Se miran y sonríen
y por fin
se destapan
a un mismo tiempo.

Suelo croando
que se corroe crujiente
bajo mis pies.

Sin rostro ni aviso
de desconocidos
de sobra conocidos.

Miedos desnudos.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Otro sin sentido, pero verídico

Por segunda vez, y en muy poco tiempo, voy a hablar claro.

No he escrito nada decente desde hace mucho tiempo. Y lo poco decente que he escrito... Bueno, no me atrevo a publicarlo. Las expresiones directas de mis propios sentimientos son algo que mi pudor no me permite mostrar.

Quizás la gente tenga razón cuando dicen que nunca saben cómo reaccionaré, ni en que pienso, ni qué sentimientos exactos albergo de un momento para otro. Porque cambian, al igual que mis estados de ánimo. Y a veces hasta me sorprenden, incluso después de tantos años conviviendo conmigo.

Ahora me doy cuenta de algo más escalofriante: y es que mis sensaciones hacia alguien que hace lo mismo son negativas, muy negativas. Para expresarnos con total claridad: me jode la gente así, no soporto el no saber lo que piensa la otra persona. Me percaté de ello hará casi dos años, y ahora sé que, si es eso lo que me molesta, entonces debería odiarme a mí también.

¿Y por qué no? Probablemente me odie, al igual que existe la gente edonista, puede existir el rostro de lo contrario, de esa bipolaridad de la que ya he hablado. Pensaba que me odiaba por otros motivos, que esto era un punto a mi favor. Pero al verlo desde fuera... Las conclusiones son completamente distintas.

Otra estupidez nocturna que mañana no tendrá sentido.

Descuento de sentimientos

Quizás él no ve lo que yo quiero que vea.
Quizás prefiere tapar esa realidad que conoce,
pero es mejor así, si al hacerlo consigo que no se asuste.

¡Qué distintas se ven las cosas ahora,
ahora que estoy al otro lado de la línea roja!

Quizás el descuento no haga daño,
quizás sí, o quizás todo lo contrario.

martes, 12 de mayo de 2009

Tanto sentimiento

Hoy te echo de menos. No importa el por qué, lo que importa es hasta cuándo o hasta dónde.
Demasiadas sensaciones para mí, no sé si podré soportarlo. Puede que mi cerebro no esté preparado. Y sin embargo, tendría tantas ganas de besarte como de arrancarte la piel, o con mis dientes o con mi pecho.

Tanto sentimiento no puede hacer bien...

Ilusión suicida

Creo que a veces en mis sueños, despiertos o dormidos, me desdoblo, y me apeo del tren del sentido. Siento que mis dedos se extienden más allá de las ventanas oscuras de mi cuarto, y mis ojos se traducen en ilusiones traslúcidas.

En ocasones también, tengo la sensación de estar cayendo, de convertirme en parte del colchón o del suelo, de fundirme con ellos y camuflarme como un camaleón desarraigado. Pierdo mi mente, la mayoría del tiempo, y las cosas que se daban por hechos obvios pasan a ser sólo nubes heridas a punto de reventar. Si bien hay luz, no la siento, o renuncio a ella y mis ojos se decantan por taparse a si mismos.

Al final lo único que queda es el humo de mi cachimba volando entre hojas incompletas y malentendidos fortuitos llenos de desgracias fluctuantes. El jugar de las palabras, las cariocas removiéndose incansables bajo el cielo oscuro a estas horas. O los ojos se quedan fijos al techo, si lo hay.

Pero la vida parece completa, asumida, contenta.

El duende a veces me sonríe, y me otorga un poquito de su gracia y su amor sensual con cadenas de monedas árabes. Las muñecas se retuercen y convierten el silencio en sonidos agradables, pero en ocasiones pestilente. Da igual, todo daba igual.

Y así es como normalmente acaba la historia: tirada en mi cama en la penumbra, escuchando alguna canción llena de significado que me pacifique el espíritu para poder volar más allá del descanso verdadero, del sueño de esas pastillas milagrosas, bendecidas por tanta gente y maldecidas por mí, por la que se resigna a depender de ellas.

domingo, 10 de mayo de 2009

El riesgo que se corre

Hoy quizás aprendí a mirar con ojos abortivos.

Quizás aprendí a observar cualquier asunto irrisorio con la mente predispuesta, como si se tratase de burocracia formalista.
Esa sonrisa socarrona rasca el disfrute de aquello que se extraña, sin ardores pero quizás con algo llamado devoción.

Cuando se necesita el calor de una piel ajena, o de varias para poder seguir viviendo... Y aunque mis paredes se derrumben ante el suelo que mis pies pisan, sé que construiremos otro juntos.

Los rayos del sol no quemarán a la carne ya quemada.

martes, 5 de mayo de 2009

Untitled 4

Soy un palurdo con antecedentes.
Soy una cucharilla oxidada dentro de una crema catalana.
Soy un motivo sin raíz ni centro.
Soy un seguro de vida que se deshace en celos por la muerte.

Nunca fui un hombre corriente, pero tampoco uno inusual. Sin éxito y sin prenda en las manos me muevo, en el tiroteo constante de los que me delatan. No tengo teorías que sostener, ni riesgos aleatorios a los que apoyar.

Soy otra de esas personas poco agradables, o de esas víctimas, o de esos bellacos, o de una sonrisa sagaz, o de una mentira astuta. Soy lo que más quisiste que fuera y lo que más odiaste de mí. Soy lo que te hace saltar, y lo que te hace caer.

No tengo nombre, ni lo quiero. Pero me encontrarás. Me encontrarás en cualquier otra persona, en un niño, en un perro que persigue palomas o incluso en tu padre. Soy el rasgo del que nadie puede escapar, porque represento a la bondad y a la maldad humana. Verás que la bipolaridad existe, en todos los ladrillos de cualquier esquina.

domingo, 3 de mayo de 2009

El niño de la mantequilla

Él era pequeñito y risueño. Su pelo era rubio, como las flores de los campos del pueblo. Sus ojos eran del color del caramelo derretido y sus manitas daban palmas cuando algo le agradaba. Tenía una sonrisa amplia y sin marcas ancladas por un punzón de realidad. Él era un niño.

A veces cogía los periódicos de su padre, se sentaba en esa butaca que para él tenía el tamaño del universo, y miraba los titulares con aire de importancia. No lo hacía por la fachada que pudiera ofrecer sino porque siempre entendió el mundo que lo rodeaba.

Siempre supe que era diferente. Parecía tan maduro..., con esos piececitos enanos y sus camisetas de colores. Siempre supo más de lo que debía, siempre fue un niño precoz y avispado, sorprendente en sus respuestas y actitudes.

- ¡Cuéntame un cuento mamá!- me decía por las noches.- Un cuento que no termine, uno en el que los perros hablen y las princesas se casen con moteros. ¡De esos interesantes mamá!

Pero era por las mañanas cuando más me sorprendía.

En nuestros desayunos las tostadas eran clientes V.I.P.. Yo siempre colocaba el tarro de la mermelada cerca, muy cerca. Pero él nunca la utilizaba. Y un día, osada mi persona fue, pregunté a aquel chiquillo por qué no ponía mermelada en sus tostadas. Nunca se sabe cuánta sabiduría alberga incluso un cuerpo tan pequeño, porque él conestó:

-Mamá, la vida ya es demasiado extraña, y ni un niño ni una persona mayor necesitan que la endulcen sin sentido.

Es mi hijo, es tu hijo, nuestro hijo, el vuestro, o el de cualquiera que habite en cualquier cuerpo. Pequeño o grande en percha; pero seguro, grande en el interior.

sábado, 2 de mayo de 2009

Nota al lector

Nunca me gustó escribir de forma clara y transparente.

Nunca me gustó referirme a la primera persona del singular como la persona que soy yo. Nunca me gustó lo directo, lo desarmado. Me gusta lo difícil, lo complejo, y sin embargo, aquí me encuentro; hablando en primera persona y esta vez sí, hablando claro y sobre mí.

Esta será, posiblemente, la única entrada dedicada al lector que yo escriba. O al menos, eso espero, ya que las explicaciones nunca se me dieron bien.

Dicen que tengo un estilo sencillo. Dicen que soy consciente del uso de las palabras que uso. No pretendo ni una cosa ni la otra, ni todo lo contario. Las palabras salen despedidas por un agujero en mi cabeza como siempre ha sido y será. No me pararé a pensar en qué teclas estoy presionanado, porque mis dedos tienen vida propia.

Ante todo, hay que saber que muchas veces el escritor no escribe con una intención abiertamente declarada. Hay que saber que muchas veces no hay un sujeto del que se esté hablando, y que las interpretaciones posibles pueden llegar a ser infinitas, o infinitamente desconocidas.

Así mismo, debemos tener en cuenta que puede que lo que se escribe vaya dirigido a nadie. Ni si quiera tienen que estar basados en hechos propios o reales, porque para eso existe la literatura: para crear, inventar, retorcer los metros de cerebro que poseemos. Por eso, como dicen en mi universidad "no hay que postular un sujeto de la enunciación autobiográfico". Es decir, no penséis que todo lo que se escribe es lo plasmado de una experiencia que el escritor ha sufrido.

No pretendo causar una impresión determinada en un lector. Porque tampoco estoy segura de que pretenda tener lectores, si bien sé que hay gente que vagabundea por aquí y malinterpreta mis escritos. Gracias por leer, gracias por malinterpretar, de verdad.

Mi acidez, mi ironía, mi "mala hostia" como dicen algunos, es producto del libre albedrío. Si quiero escribir "cojones", escribiré "cojones". Si quiero escribir "condón", escribiré "condón", independientemente del asco visual que pueda representar eso en una mente abierta o totalmente conservadora. La misión de las palabras es que sean usadas. El asco que producen frases como "apuñálame o me sacaré los ojos" es algo que no me importa demasiado. Sencillamente porque me enseñaron a usar los recursos estilísticos, y entre ellos están, junto a los retóricos, el sentido del ritmo y otros tantos; los recursos visuales.

No pido nada al pobre lector que se pueda sentir atacado con esta declaración, jaja, no, no es mi estilo. Simplemente, disfruto con lo que hago, aunque deteste mis creaciones y muchas veces no pueda soportar su terrible repipidez.

Sin más, gracias por malgastar el tiempo en leer esto, querido receptor. Continuaré escribiendo.

Formulaciones

Preguntas, preguntas, preguntas...
La mayoría sin respuesta.

¿Por qué nos pusieron en el camino de la vida?
¿A qué estamos destinados?
¿Conoceremos el motivo de nuestra existencia algún día?
¿Estamos haciendo lo correcto?
¿Es éste nuestro camino?

Tantas y tantas formulaciones
que probablemente jamás
logremos responder sin tirarnos de los pelos.

Todos somos clientes de la Existencia.
Todos somos juguetes del Destino.

A veces, creo, es necesario sentarse a pensar.

Cuando yo estaba en el instituto, todos los jueves se oía una reflexión por megafonía, dirigida a todas las clases. Era por la mañana, todos llevábamos la legaña a escondidas, y la voz de mi profesor más existencialista y filósofo sonaba con redobles de ecos entre pared y pared.

Esas reflexiones, siempre, siempre, llevaban incluidas la frase "un momento, déjame pensar". Ahora, con una sonrisa triste, reparo en que no recuerdo ninguna de ellas. Ahora ni si quiera sé si lo seguirán haciendo. Quizás alguna de ellas podría ayudar a alguno de nosotros en estos momentos, y sin embargo, es triste no acordarse. Es triste no pensar.

Ahora es un buen momento para hacerlo.

Quizás ahora sea el mejor momento para hacerlo.

viernes, 1 de mayo de 2009

Untitled 3

No sé ni sabré jamás
cómo funciona el mundo que me rodea.

Sigo y seguiré sin entender,
por qué las emociones atacan y apuñalan,
y después curan a partes iguales.

Sigo y seguiré sin entender,
si eso que llaman destino es una obra macabra
o si la vida es la obra macabra del destino.

Quizás nunca lleguemos a comprender
que hay cosas que debes dejar marchar,
que tu camino posee sus propias raíces.

Quizás nunca veamos con los mismos ojos
a los mismos días, como cualquier otro.
Ni el rojo de mi atardecer sea
el mismo amarillo del tuyo.

Puede que las espinas se forjen a sí mismas
más profundas o más gruesas según la persona
a la que saben que van destinadas.

Había un pueblo

Había un pueblo en el que se veían sonrisas pintadas en las farolas. Había un pueblo en el que los niños jugaban con chapas y canicas, en el que los perros observaban los pollos asados, y las manzanas se vendían caramelizadas.

En ese pueblo vivían personas normales, personas, según su punto de vista, alegres. Personas que nunca se enamoraban, personas que nunca lloraban. Seres de escamas grises, negras o blancas, lejanas de cualquier urbe. Lejanas de las guerras, lejanas de las manifestaciones y de cualquier evento mundial o privado. Gentes eternas, imperturbables.

Esas personas un día descubrieron que había más por descubrir. Vieron que no habían visto lo suficiente. Y empezaron a creer, empezaron a crear. Nuevas religiones, nuevos partidos políticos, nuevas sonrisas verdaderas y nuevas mentiras.

Pronto aprendieron a querer, a amar, a sentir, a escuchar de verdad, a interesarse por los temas más existenciales, a conocer lo que significaban las palabras entrega, ilusión, cariño, amistad. Aprendieron a innovar, a ofrecer detalles envueltos en cajitas con tela de corazón.

Sin embargo, en sus vidas también entraron lo que todos llamamos el alter-ego. Aprendieron el significado de las palabras diferente, odio, desilusión, engaño, mentira y traición. Las acciones desinteresadas dieron lugar la centralización, la evolución trajo consigo a la enfermedad. La gente empezó a vivir de verdad y a morir.

La alegría brindó tristeza. La diversidad despuntó nubes barnizadas de colores ardientes. Sin embargo, también las lágrimas azotaron a los pueblerinos. Las frases se encontraron para formar bellas estrofas, y también decadentes sensaciones. Lo bueno se convertía en tentación, y la tentación a su vez, en pecado.

Todo en la vida es bipolar. Las emociones que cubren o congelan el pasado, el presente y el futuro siempre vendrán en parejas, y siempre agarradas de la mano. El mismo hecho de ser humano hace que las cosas más bellas y las más horrendas existan.