Qué efímeras las llamas,
las llamas que pueblan
los oscuros interiores,
y se convierten en ascuas.
Qué cortas las marcas
de un cálido rojo carmín
que chisporrotean en la piel
y más tarde, se aclaran.
Cómo se aleja el palpitar
del corazón sediento,
suplicando por cariños
que al final se embotellan.
Cuán tenue el viaje
de salir del cuerpo
y volar por los verdes valles
para regresar y salir corriendo.