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viernes, 26 de junio de 2009

Adiós al Rey

Ayer llegué a casa, y tras una breve interpelación con mi padre me fui a la cama a leer mi libro actual. Mi padre siempre se pone la radio para dormir, y bajo ese ruidillo adormeciente escuché algo que me hizo abrir los ojos sobremanera. Al principio creí que sólo estaban hablando de que le habían ingresado. De que le operaban...

Pero no. Había muerto. Ha muerto.

Nació el 29 de agosto del 58. Pero no nació solo. Con él nació un estilo, con él nació una multitud, con él nació un tipo de baile, o varios, con él nació la música que mueve masas. Con él nacimos muchos, antes o después. Con él yo sonreí, reí a carcajadas, lloré, pero sobre todo: bailé hasta la saciedad. Por él me compré esos guantes blancos y empleé horas y horas delante de la pantalla rebobinando y volviendo a poner sus videoclips para memorizar sus pasos. Y los pasos de tanta gente.

Y todavía tenía la ilusión de verlo en directo, pero ya no se cumplirá. Lo peor de todo esto no es sólo la falta, o la pérdida de una oportunidad para conseguir su entrada, no. Lo peor es que ahora atacan a su vida personal aún más si cabe. No paro de ver la imagen de su hijo medio colgando en el balcón, de oír cuantas veces se casó y se divorció, de qué pasó en Neverland, y toda ristra de sandeces soeces que ya poco importan. Por favor, que le dejen descansar en paz. Todo el mundo comete errores, pero ahora los ojos no deberían centrarse en su vida privada, sino en el derroche de talento, en tantos cuerpos moviéndose a su son, en tantas imitaciones... En fin, en su vida como artista, eso es, como Artista. Farewell to the King.

Muere un Gran Artista. Muere Michael Jackson.


http://www.youtube.com/watch?v=_ix9GlHZdWY
http://www.youtube.com/watch?v=QaGoKczNndc
http://www.youtube.com/watch?v=AtyJbIOZjS8
http://www.youtube.com/watch?v=En-cHBv7UpA
http://www.youtube.com/watch?v=07v6tB_OLR8&feature=PlayList&p=01CB2F76F8D0F3B3&index=11&playnext=8&playnext_from=PL

lunes, 22 de junio de 2009

Todo lo que me gusta

Me gusta el sonido de las cuerdas de la guitarra, y cuando posas la palma de la mano para pararlo y suena a hueco.

Me gusta el olor a hierba mojada, a tierra mojada, a ropa mojada, y el sonido de la lluvia. Me gusta mirar por la ventana mientras llueve, y deslizar un brazo tímido por la ventana, sentir su tacto, el tacto de las nubes condensadas. Cuando la lluvia me cae en la cara.

Me gusta esa cana que descubrí el otro día en tu pelo.

Me gusta cuando mi amigo canta cerca del timbre de casa y sin que lo toques suena por la vibración de su voz. Me gusta cuando suena cuando cantamos los dos a la vez. Me gusta el sonido de su risa. Me gusta el sonido de la risa de Iris cuando tiene algo en la boca y no puede tragar porque se ríe.

Me gusta esa camiseta gris de cola-cao que uso para dormir y que recuerda una fecha en la que yo ni siquiera existía.
Me gusta el color de las mejillas de las gemelas, cuando proliferan muchas carcajadas seguidas. Me gusta ese rojo y me gusta cuando me cogen por los hombros.
Me gustan las caras que ponen los niños cuando algo no les gusta.
Me gusta el pañuelo que me regalaste.
Me gusta el Baileys.
Me gusta cuando me cogéis de la mano.
Me gusta como Maryam saluda por teléfono.

Me gusta cuando Edu me menda un mensaje al móvil en inglés.
Me gusta cocinar para los demás.
Me gusta cuando la gente no tiene miedo a ser sincera,
me gusta cuando la gente sabe pedir perdón.
Me gustan los días nublados.
Me gusta quitarme los calcetines después de un día largo.
Me gusta meter un trocito de chocolate Valor en el congelador antes de comerlo.
Me gusta cocinar postres.
Me gustan las figuritas de pitufos.
Me gusta el sonido de las tijeras de entresacar.
Me gusta el sonido de tu cinturón cuando se desabrocha.
Me gusta reventar el papel de burbujas que envuelve las cosas de porcelana.
Me gusta pasar la mano por el césped húmedo.
Me gusta la foto en la que Adri sale con mi marioneta de colores.
Me gusta el sonido de la cuchara en la taza de café.
Me gustan los pijamas de invierno grandes con dibujitos.
Me gustan los huesitos, los batidos del Palazzo.
Me gustan las magdalenas de tamaño muy chiquito, y los cruasanes.
Me gustan las velas rojas, los teleñecos y Calvin and Hobbes.
Me gusta recibir mensajes al móvil.
Me gusta fumar de la cachimba, me gusta oler el tabaco antes de usarlo.
Me gustan las sábanas de colores, el aspecto de las cerezas.
Me gusta cuando vienes a visitarme simplemente porque te apetece.
Me gusta cuando se cabrean conmigo y me lo dicen.
Me gusta recordar anécdotas con mis amigos.

Me gusta cuando me dan un abrazo inesperado.
Me gusta tirarme a por mis amigos sin avisar.
Me gusta cómo se ríe Fer cuando algo que no esperaba le hace gracia.
Me gusta sentarme debajo de un árbol.
Me gusta tu pelo, alborotarlo. Me gusta cuando te ríes. Me gusta cuando dices "mrrr mire usted". Me gustó el día en que viniste en traje y cenamos en un Pans & Company.
Me gustan las atracciones aunque siempre insulte a su creador.
Me gusta jugar a los videojuegos de cuando era pequeña, con esos gráficos pésimos pero tan familiares.
Me gustó ese "te quiero" que dijiste el otro día.
Me gusta cuando oigo que me llaman "Nana" o "Anilla".

Me gusta quedarme con las pulseras del Parque de Atracciones.
Me gustan los sonidos que hace mi perro.
Me gusta el nombre "Gustavo", me gusta el nombre "Luján".
Me gusta estirarme cuando estoy tumbada en la cama.
Me gusta el olor de la mantequilla mientras se derrite.

Me gusta el olor del aceite de oliva virgen extra.

Me gustas tú.
Me gustáis vosotros.

Nieva azúcar

Ellos salieron de la espuma del mar, de las conchas que susurraban y de las cometas en la arena.
Ellos salieron de la nieve en las cimas, de los cipreses y las violetas, de los zorros, del aullido de los lobos a las tres de la madrugada.
Ellos salieron de un último piso, de esas vidrieras relucientes, de una capilla, de un centro comercial, del agua clorada, del agua mineral embotellada, de las cuerdas de una guitarra.
Ellos salieron de las dunas, de los halcones, de las serpientes de cascabel, de un oasis perdido en medio de la nada.

Y después se disolvieron con agua dulce. Más tarde se evaporaron, y por eso es que nieva azúcar. Ese azúcar traspasa cualquier cuerpo, y cualquier corazón. Porque llena y reconforta, y aunque a veces hiere salir y sentir ese frío que la nieve siempre conlleva, merece mecerse bajo las nubes. Merece la pena, merece el esfuerzo.

Ellos son mis amigos. Simplemente ellos, que nievan, y truenan a veces, pero sobre todo... Son el azúcar que todo café debería tener.

martes, 9 de junio de 2009

Relato corto 1

Ya le había visto otras veces. Muchas otras, con esa cara de niño, y esas pecas en las mejillas. Sin embargo, ese día le miraba de manera distinta. Presa de sus emociones, se acercó a él, le estrujó entre sus manos, y le exprimió hasta que el último suspiro salió en busca de la libertad.

lunes, 8 de junio de 2009

El librito

Hoy recordé algo que tenía guardado. Al fondo, muy al fondo de ese cajoncito, si se puede llamarlo así, que hace las veces de cajón desastre. No sé por qué mi mente hoy a ido a parar con ese recuerdo, con ese librito pequeño que, según cabe suponer, ha pasado por tantas manos. Si lo abres, con cuidado pues es viejo y tiene reúma, se ven las anotaciones salariales de un médico.

Pone: "El presente libro pertenece a Jose Codina, de profesión médico, que firma como contribuyente por la Industrial". Año 1936. Tras cinco o seis hojas la letra cambia, y el color del bolígrafo también. Y la fecha. 1972. A partir de aquí, se convierte en el diario de mi padre. Anotaciones en bolígrafo azul de cómo eran sus días, y aunque él era joven, de cómo intentaron ligar por primera vez con unas chicas a la puerta de la iglesia. Intento infructuoso si sigues leyendo. Pillastre, ¿cómo conseguirías el cuadernito? ¿Se lo robaste al médico?

Lo conseguí siendo no muy mayor, cuando todavía poseía un trocito de infancia en la vesícula. Por absurdo que parezca, siempre lo guardo, con gran ilusión y regocijo. Por absurdo que parezca siempre lo entierro, para al acordarme de él, despertar otra vez ese brillo en los ojos, como si fuera otra vez la primera vez que lo descubro. Aunque no sea un tratado de historiador, ni la historia de ningún bucanero, es un reflejo de la sociedad de aquel entonces. Son las palabras de un niño. Más aún, son las palabras de mi padre, ese hombre al que yo ya conocí como hombre y no como niño.

Son estas cosas las que hacen que, de alguna manera, reflexionemos sobre la vida que nos rodea, y despeguemos ese chicle baboseado de la mesa para luego darnos cuenta de que no es un chicle, sino una perla. Es uno de mis más preciados tesoros. Eso es, no un cuadernillo, es un tesoro.

Ira

Ira: pasión violenta de indignación y enfado, deseo de venganza, furia, violencia.

Anger: strong emotion that you feel when you think someone has behaved in an unfair, cruel or unacceptable way.

La Ira. Para mí esta palabra siempre se relacionó con la rabia o el odio, o la enajenación mental transitoria. Sobre todo con la rabia. Es una llamarada que te quema el cebrebro, como una tarde de julio en la lengua, que no te permite hablar con propiedad, que te cosume, que te pertenece y al que perteneces, como el odio. Entregas tu cuerpo, normalmente involuntariamente, para que ella actúe con él como crea propio, y eso suele ser de una manera desgastadora, putrefacta, como las flores quemadas que se deshojan solas. En contraposición a esto, siempre pensé en las palabras felicidad, agrado y bienestar. Aunque el método para la vida de mucha gente se concentra en obtener el bienestar liberando su cuerpo a la ira, entregándolo para obtener un desahogo. Como cuando quedas exhausto depués de una carrera.

Ahora que miro por la ventana me atrevería a comparar la ira con ese viento furioso, furioso es la palabra, que arremete contra las ramas de esos pobres árboles, que no han hecho más que tenerse en pie, como los humanos. Volátiles humanos, que se dejan dominar e influir por lo que comunmente se conoce como sentimientos. Esa es la debilidad de nuestra raza, lo que nos pincha hasta reventar el globo de la calma, lo que nos arranca del suelo con fuerza estrujando los puños en señal de reto al de enfrente. Siempre asocié la ira con el color rojo, con el número 13, con ese coche de la acera de enfrente, rojo también, con los colmillos del lobo. Es curioso que también asocie este color con el amor.

domingo, 7 de junio de 2009

Maleza (reeditado)

Siempre que callas y no otorgas
más que el propio Silencio,
yo hundo la cabeza en la tierra mojada
y Espero.

Sí, al fin entendí el tipo de bronce en el que te forjaste,
pero las Palabras no engañan, y a veces se Sobreponen
a la inercia de la línea dibujada.

Si en esa puerta de madera no se oyen,
ni se oirán,
los Golpes guiados por esa muñeca, entonces...

La Maleza crecerá, cubriendo el Umbral
en el tic-tac del Desgaste, para que, sin que se ponga remedio
nadie ose adentrarse, pero tampoco salir entre ella.

Las Espinas dañarán las huellas dactilares
y las pupilas de quien mire por la mirilla,
y ensangrentarán la Complicidad
y reñirán con el Sentimiento.

La Niebla oscurecerá nuestras miradas
sin que tú la hagas desaparecer entre tus dedos.

La Lejanía se unirá a ese "ya es Tarde",
cumplirá la tarea asignada
y la Desilusión me abrazará como una madre abraza a un hijo.

Con un libro


Con



un



libro



podemos....



...Beber


ideas.

sábado, 6 de junio de 2009

Untitled 6

Ellos dicen que no podrá olvidar. Le pasan el brazo por encima, pero aseguran que no podrá olvidar aquello que le alimentó y le mantuvo caliente.
Con una sola frase quisieron que interpretara que el rencor no es buena tierra para construir un hogar, que el perdón siempre tiene su lugar. Pero él sólo bajó la cabeza y silenció sus pensamientos. No juzgaron, no, pero la vida es mucho más que folios escritos por una sola cara.

Lo que no saben, amigos,
es que no hay calmantes que plieguen
el dolor del corazón.

Maleza

Siempre que tus silencios no otorgan
más que el propio silencio,
yo hundo la cabeza en la tierra mojada
y espero.

Sí, al fin entendí el tipo de bronce en el que te forjaste,
pero las palabras no engañan, y a veces se sobreponen
a la inercia de la línea dibujada.

Si en esa puerta de madera no se oyen,
ni se oirán,
los golpes de una frágil muñeca, entonces...

La maleza crecerá, cubriendo el umbral
en el tic-tac del desgaste, para que, sin que se ponga remedio
nadie ose adentrarse, pero tampoco salir entre ella.

Las espinas dañarán las huellas dactilares
y las pupilas de quien mire por la mirilla.

La lejanía cumplirá la tarea asignada
y la desilusión me abrazará como una madre abraza a un hijo.