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domingo, 27 de marzo de 2011

Aquel beso

El sonido de sus labios al besarse se prolongaba,
haciendo agonizar al silencio costante.
Un pellizco con sus dientes, un gemido reprimido,
pequeños matices de un beso grande, grande,
tan grande como la vida misma escapándose en un aliento,
en un solo roce que apenas ocupa espacio en el tiempo.
Todo un universo de sensaciones, envueltas entre su pelo,
entre sus caricias, entre sus manos aferrándose con fuerza.
El reloj se detuvo, por unos instantes
fue benévolo y cercano, recopilando todos esos años
en ese pequeño instante.
Y ése fue el último, el último beso
y el más placentero de todos.