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martes, 25 de diciembre de 2012

Cantar

Le miro y me devuelve la mirada.
Y de pronto, como dos imanes
que no dominan sus actos,
nos atraemos.
Es una conexión mística
que no acabo de comprender.
Hace que todo esté en su lugar.
Yo estoy en mi lugar.
Como si el tiempo no hubiese trascurrido,
como si volviéramos al pasado.
A ese pasado placentero.
Y se hizo una luz simple.
Y al mismo tiempo tan compleja.
Su tacto es familiar, cercano.
Es la sonrisa de siempre.
Es el aliento que tanto he codiciado.
Y sin embargo es un aliento
tomado en un aire ya viciado.
Me apena, me abruma, me alegra.
La tristeza me acompaña,
y en un susurro se despliega en mis ojos.
Por todo aquello que no se dijo,
por todo lo que se debería haber hecho,
y todo lo que no se debería hacer.
Es un cantar de un final anunciado.