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sábado, 18 de julio de 2009

Uno debe vivir.

Uno no debe depender de nada ni de nadie.
Uno debe saber lo que quiere.
Uno debe superar sus miedos.
Uno debe ser fuerte.
Uno debe tener confianza.
Uno siempre debe mirar al frente.

Estas son algunas de las cosas que nos enseñaron. Estas son algunas de las cosas que yo aprendí y no siempre puse en práctica. Pero hoy sé que el egoísmo, aunque siempre enseñado como algo con connotaciones negativas, en realidad, en su más pura esencia, no es malo. El egoísmo es quererse, el egoísmo es no dejarse pisar, el egoísmo es saber qué nos conviene.

El ser humano debe ser autosuficiente, porque nuestro cuerpo y nuestra menta están creados para ese fin. Sin embargo, siempre hay losas en el camino que se agrandan, se cargan a nuestras espaldas y se introducen en nuestras posaderas. Aún con esto, hoy yo sé cuidar de mí misma. Hoy mido mi entrega hacia otros para concentrarla más en mí, si bien depende de a qué otros nos referimos.

En definitiva, vivo mi vida, no la de los demás. Vivo para mí en ciertas facetas. Basta ya de entregarse por completo, basta ya de enfocar los ojos en cuerpos ajenos, basta ya de tantos esfuerzos mal valorados. Basta ya de colmar de atenciones al personal, a un personal ingrato. Con esto no pretendo convertirme en alguien que no se preocupa por los demás, sino que hay que saber cuándo hacerlo.

Uno debe vivir su vida.