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martes, 22 de septiembre de 2009

Lo siento

No quise escuchar el murmullo que decía:
"¡calla!, ¡calla esta vez, no lo digas!"
Y la voz salió a borbotones
como espuma que humeaba en los labios.

No, la furia no me comió. Me la comí yo a ella.
Sucumbida la pasión del cabreo, ¿qué te queda?
¿Qué es lo que te queda? Dolor.

Pero no el dolor que el otro inflinge.
Sino el dolor que te infligí yo.