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domingo, 7 de marzo de 2010

Untitled 9

Yo estaba tumbada, en mi cama. Él..., realmente no supe lo que hacía hasta que se acercó a mi habitación. Se sentó al borde, y con la mano izquierda me acarició la pierna. Me miró, con ojos penetrantes, y yo pensé, antes de que él se lanzase otra vez a besarme, que era un perfecto desconocido de perfectos ojos azules. No hizo falta mirar a ningún otro sitio que ese para comprender que en aquel instante se convirtió en otra cosa.