Él se abrochaba aún la camisa,
se colocaba las chorreras de forma elegante y parsimoniosa,
mirando de soslayo los cabellos castaños de ella.
Ella tenía una copa de vino tinto en la mano,
colocándose las enaguas con sus finos dedos, sin mirarle,
no hacía falta mirar más que al cristal italiano de la copa.
Él salió, dándole un cálido beso entre el pelo,
pero ella no se despidió, no dijo adiós, ya era tarde.
'My feet are at Moorgate, and my heart
Under my feet. After the event
He wept. He promised "a new start".
I made no comment. What should I resent?'
"Mis pies están en Moorgate, y mi corazón
debajo de mis pies. Después del evento
él sollozó. Prometió "un nuevo comienzo".
Yo no dije nada. ¿Por qué debería ofenderme?"
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lunes, 15 de marzo de 2010
jueves, 11 de marzo de 2010
Calma y nada
Todo fue barrido por el viento.
Las hojas sucumbieron a su encanto
y la lluviá limpió los ecos de las palabras.
Las persianas dejaron de moverse
y todo quedó quieto, mudo, inerte.
La calma llegó,
pero no sin que antes
llegara la tempestad.
Las hojas sucumbieron a su encanto
y la lluviá limpió los ecos de las palabras.
Las persianas dejaron de moverse
y todo quedó quieto, mudo, inerte.
La calma llegó,
pero no sin que antes
llegara la tempestad.
martes, 9 de marzo de 2010
Se fue
Las emociones se fueron
entre lo que pensé
que eran las preparaciones
de un futuro mejor.
Una copa vacía
con una aceituna muy, muy pasada,
la que nunca nadie se atrevió a comer.
No pensé que llegaría el día
en que dejase de pensar en ti.
Nunca pensé que olvidaría
esa calidez que creí tener.
Miro sin acritud, aunque parezca imposible en mí.
Miro con dejadez, a aquello que el tiempo minó
y yo no supe detener.
entre lo que pensé

que eran las preparaciones
de un futuro mejor.
Una copa vacía
con una aceituna muy, muy pasada,
la que nunca nadie se atrevió a comer.
No pensé que llegaría el día
en que dejase de pensar en ti.
Nunca pensé que olvidaría
esa calidez que creí tener.
Miro sin acritud, aunque parezca imposible en mí.
Miro con dejadez, a aquello que el tiempo minó
y yo no supe detener.
Predicción - 3ª parte
Esos mechones de pelo casi negro...
Abrimos la puerta de la renfe y entramos. Y él empezó hablar. Esa voz. Ya no sabía si quererla u odiarla. Habló de la Universidad, de cómo estaban las cosas en su casa, de su hermano, de todo. De todo menos eso. Y yo seguía el rollo, aunque en realidad miraba a un hombre, ya mayor, sentado cerca de nosotros que leía un periódico.
Después de todos los temas nimios par aquella ocasión supuse que diría un "tenemos que hablar", "tengo que contarte algo". Pero no lo hizo, y entonces yo pregunté : "¿qué pasa?". Dijo que nada, que todo estaba bien, y entonces... Lo vi claro, no. No iba a dejarme, para él todo estaba bien. Estaba a gusto conmigo, eso fue lo que supuse, pero tenía que preguntar. No quería alargarlo más, quería darle la oportunidad para que lo hiciera allí mismo, para que abandonase el tren, no, mi tren. Le pregunté si estaba a gusto conmigo, y contestó que sí, que claro. Preguntó que si yo estaba a gusto con él.
Dije: -"No. Tenemos que hablar".
Así fue como todo terminó. Le dije que era la hora de que nuestro camino se separase. Así es como las cosas tenían que ser, así debía acabar. Todo tiene su fin, y éste es el nuestro. Intenté explicarme, pero creo que no hizo falta, porque todo estaba claro. Lo dejé, lo dejé yo. Porque me di cuenta de que la necesidad había desaparecido, y si no hay necesidad, tampoco hay un porqué que mantenga las cosas. O quizás lo dejé yo simplemente por hacer lo único que se me da bien: huir.
Abrimos la puerta de la renfe y entramos. Y él empezó hablar. Esa voz. Ya no sabía si quererla u odiarla. Habló de la Universidad, de cómo estaban las cosas en su casa, de su hermano, de todo. De todo menos eso. Y yo seguía el rollo, aunque en realidad miraba a un hombre, ya mayor, sentado cerca de nosotros que leía un periódico.
Después de todos los temas nimios par aquella ocasión supuse que diría un "tenemos que hablar", "tengo que contarte algo". Pero no lo hizo, y entonces yo pregunté : "¿qué pasa?". Dijo que nada, que todo estaba bien, y entonces... Lo vi claro, no. No iba a dejarme, para él todo estaba bien. Estaba a gusto conmigo, eso fue lo que supuse, pero tenía que preguntar. No quería alargarlo más, quería darle la oportunidad para que lo hiciera allí mismo, para que abandonase el tren, no, mi tren. Le pregunté si estaba a gusto conmigo, y contestó que sí, que claro. Preguntó que si yo estaba a gusto con él.
Dije: -"No. Tenemos que hablar".
Así fue como todo terminó. Le dije que era la hora de que nuestro camino se separase. Así es como las cosas tenían que ser, así debía acabar. Todo tiene su fin, y éste es el nuestro. Intenté explicarme, pero creo que no hizo falta, porque todo estaba claro. Lo dejé, lo dejé yo. Porque me di cuenta de que la necesidad había desaparecido, y si no hay necesidad, tampoco hay un porqué que mantenga las cosas. O quizás lo dejé yo simplemente por hacer lo único que se me da bien: huir.
Predicción- 2ª parte
Lo vi, sé que lo vi.
Ahí estaba él, mirando a las vías, golpeando una bola de papel con los pies, sin meditación, simplemente sumergido en sus propios pensamientos. Intenté pararme en las escaleras para que él no detectara movimiento, y por tanto, no mirase hacia mi dirección. Le observé cerca de un minuto. La pelotita se le escapó de los pies y cayó a la vía, como iba a hacer yo si pasaba lo que creía que iba a pasar.
O quizás no.
Quizás, pensé, él dará el paso y ya nada importará. Puede que ni si quiera importe ahora, ahora que el viento gélido ha congelado los sentimientos que mi interior gestó con tanto empeño. Quizás este tiempo me ha echo aprender que en realidad no tengo nada perdido, que en mi vida no debe existir el número dos, que con un uno también soy feliz. ¿Y si me da igual?
¿Y si no es así? Entonces se giró. Y me vio.
Yo intenté parecer calmada, suelta, pero ya de poco servía. El momento había llegado. Sonrió, me sonrió casi en los ojos, y esa fue la sonrisa que más recuerdo de todas las que ha habido en mi vida, aquella que enmarca el adiós, aquella que le sirve de contexto al Final. Quizás me diese igual, o no, pero no sabía qué hacer, así que avanzé, ya era inútil volver atrás. Le saludé, con un pie delante y el otro dando vueltas, como queriendo escapar. "Hola", me dijo, me cogió del brazo, me acercó a él y sus labios rozaron los míos, aunque no fueron dulces, pero sí intensos.
El momento fue largo, más largo de lo que en realidad fue. Y al separarme y abrir los ojos, el tren pasó a nuestro lado, despienando esos mechones de pelo casi negro; esos mechones que con tanto fulgor agarré en varias noches perdidas. Entonces pensé que estaba guapo, irónico, que en ese momento le viese más atractivo que la primera noche que le conocí.
El tren se paró, y esos mechones de pelo casi negro seguían despeinados.
Ahí estaba él, mirando a las vías, golpeando una bola de papel con los pies, sin meditación, simplemente sumergido en sus propios pensamientos. Intenté pararme en las escaleras para que él no detectara movimiento, y por tanto, no mirase hacia mi dirección. Le observé cerca de un minuto. La pelotita se le escapó de los pies y cayó a la vía, como iba a hacer yo si pasaba lo que creía que iba a pasar.
O quizás no.
Quizás, pensé, él dará el paso y ya nada importará. Puede que ni si quiera importe ahora, ahora que el viento gélido ha congelado los sentimientos que mi interior gestó con tanto empeño. Quizás este tiempo me ha echo aprender que en realidad no tengo nada perdido, que en mi vida no debe existir el número dos, que con un uno también soy feliz. ¿Y si me da igual?
¿Y si no es así? Entonces se giró. Y me vio.
Yo intenté parecer calmada, suelta, pero ya de poco servía. El momento había llegado. Sonrió, me sonrió casi en los ojos, y esa fue la sonrisa que más recuerdo de todas las que ha habido en mi vida, aquella que enmarca el adiós, aquella que le sirve de contexto al Final. Quizás me diese igual, o no, pero no sabía qué hacer, así que avanzé, ya era inútil volver atrás. Le saludé, con un pie delante y el otro dando vueltas, como queriendo escapar. "Hola", me dijo, me cogió del brazo, me acercó a él y sus labios rozaron los míos, aunque no fueron dulces, pero sí intensos.
El momento fue largo, más largo de lo que en realidad fue. Y al separarme y abrir los ojos, el tren pasó a nuestro lado, despienando esos mechones de pelo casi negro; esos mechones que con tanto fulgor agarré en varias noches perdidas. Entonces pensé que estaba guapo, irónico, que en ese momento le viese más atractivo que la primera noche que le conocí.
El tren se paró, y esos mechones de pelo casi negro seguían despeinados.
domingo, 7 de marzo de 2010
Tentación
Tentación
es esa que debes evitar.
Pero que a veces te embriaga
entre alcohol y cabellos no tan blancos.
El que te dice que cada "ahora"
es un tiempo pasado, y sin embargo,
te muerde en los tiempos futuros
es esa que debes evitar.
Pero que a veces te embriaga
entre alcohol y cabellos no tan blancos.
El que te dice que cada "ahora"
es un tiempo pasado, y sin embargo,
te muerde en los tiempos futuros
Vuelta de subida y bajada
Quizás caiga en el lugar
del que salí anteriormente.
Quizás sea más humana,
de lo que pensaba,
tropezando siempre
con la misma piedra.
Quizás soy la que
se desangra entre más sangre
seca de un rojo taurino.
La que no mira por la ventana,
y se pisa a sí misma los pies.
del que salí anteriormente.
Quizás sea más humana,
de lo que pensaba,
tropezando siempre
con la misma piedra.
Quizás soy la que
se desangra entre más sangre
seca de un rojo taurino.
La que no mira por la ventana,
y se pisa a sí misma los pies.
Otro corto
Hay veces que no entiendo mis reacciones, ni las de los demás, y pregunto si hemos sido humanos.
Hay veces que la falta potencia la existencia de mis sentidos,
pero en otras ocasiones me hunde y zambulle en bailes de absenta y opio.
Y sin embargo, sigo viviendo, sigo en la acera, sigo cayendo y resbalando
en la lluvia sin aire, en la cordura perdida, en lo que pudo ser y no fue.
Hay veces que la falta potencia la existencia de mis sentidos,
pero en otras ocasiones me hunde y zambulle en bailes de absenta y opio.
Y sin embargo, sigo viviendo, sigo en la acera, sigo cayendo y resbalando
en la lluvia sin aire, en la cordura perdida, en lo que pudo ser y no fue.
Otra de esas
Otra de esas experiencias:
Quizás hoy estoy por recordar. Pero también viene a mi mente el momento en el que otro de esos desconocidos de mi vida me preguntó si me hacía una foto con él. Ni si quiera sabía su nombre, ni si quiera me saludó. Simplemente preguntó si me haría una foto con él. Y yo, sin saber cómo, accedí. Resultó ser un chico que había estado en Inglaterra, y con eso ya me ganó- compréndase, una filóloga que nunca ha pisado tierras anglosajonas. Desde luego, from lost to the river.
No sé si alguna vez conoceré algo más que lo que aquella noche de chupitos conocí.
Quizás hoy estoy por recordar. Pero también viene a mi mente el momento en el que otro de esos desconocidos de mi vida me preguntó si me hacía una foto con él. Ni si quiera sabía su nombre, ni si quiera me saludó. Simplemente preguntó si me haría una foto con él. Y yo, sin saber cómo, accedí. Resultó ser un chico que había estado en Inglaterra, y con eso ya me ganó- compréndase, una filóloga que nunca ha pisado tierras anglosajonas. Desde luego, from lost to the river.
No sé si alguna vez conoceré algo más que lo que aquella noche de chupitos conocí.
Untitled 9
Yo estaba tumbada, en mi cama. Él..., realmente no supe lo que hacía hasta que se acercó a mi habitación. Se sentó al borde, y con la mano izquierda me acarició la pierna. Me miró, con ojos penetrantes, y yo pensé, antes de que él se lanzase otra vez a besarme, que era un perfecto desconocido de perfectos ojos azules. No hizo falta mirar a ningún otro sitio que ese para comprender que en aquel instante se convirtió en otra cosa.
lunes, 15 de febrero de 2010
Música perdida
Ella dejó de leer en sus ojos
aquellas páginas de océanos perdidos.
Ella supo que los violines se escaparon
dentro de los capullos de rosa.
Alguna vez quizás sonó la melodía
que embriaga los sentidos
y las cuerdas, vocales, retiene.
Pero ya nadie quiere apadrinar
al músico cansado con los dedos rotos,
al músico cansado, cansado de tocar.
aquellas páginas de océanos perdidos.
Ella supo que los violines se escaparon
dentro de los capullos de rosa.
Alguna vez quizás sonó la melodía
que embriaga los sentidos
y las cuerdas, vocales, retiene.
Pero ya nadie quiere apadrinar
al músico cansado con los dedos rotos,
al músico cansado, cansado de tocar.
Untitled 7
"Nada, no tienes nada",
me decía con esos ojos fríos,
hirientes, llenos de cristales rotos.
"Nada es lo que tendrás
porque eres una pobre ilusa tonta"
Ilusa, egoísta, a la que nada importa,
la que nada entiende.
Palabras que siempre llenaron ese vacío,
para después explotar en él y hacerlo más grande.
"Nada, no tienes nada,
y nada es lo que tendrás",
me decía con esos ojos fríos.
me decía con esos ojos fríos,
hirientes, llenos de cristales rotos.
"Nada es lo que tendrás
porque eres una pobre ilusa tonta"
Ilusa, egoísta, a la que nada importa,
la que nada entiende.
Palabras que siempre llenaron ese vacío,
para después explotar en él y hacerlo más grande.
"Nada, no tienes nada,
y nada es lo que tendrás",
me decía con esos ojos fríos.
lunes, 8 de febrero de 2010
Miedo
Hay algo que provoca un movimento masivo de gente; algo que, sin darnos cuenta, nos cae encima y decide por nosotros. Hace tiempo que pienso en ello, y aunque posiblemente no me de cuenta cuando me albergue a mí, sé que existe, sé que esta ahí.
El miedo. El miedo nos hace tomar decisiones precipitadas. El miedo nos hace dudar, y mas que eso, decide cuál sera el siguiente paso. El siguiente paso en una historia que ni nosotros, ni si quiera nuestra mente, decidimos. Nos hace decidir, y normalmente, por el camino erroneo. Solo cuando te separas de él ves la luz.
Es extraño que los acontecimientos giren sobre sí mismos, planenado en nuestra cabeza sin saberlo, harto autosuficientes. Son como los hilos de la marioneta de madera, son como las olas que te llevan mar adentro, mar adentro del fallo. Sí, el miedo, ese mar, esas olas, ese fallo. Solo cuando aprendamos a desprendernos de el podremos decidir por nosotros mismos. Solo cuando recuperemos la cordura que éste nos arrebató.
El miedo. El miedo nos hace tomar decisiones precipitadas. El miedo nos hace dudar, y mas que eso, decide cuál sera el siguiente paso. El siguiente paso en una historia que ni nosotros, ni si quiera nuestra mente, decidimos. Nos hace decidir, y normalmente, por el camino erroneo. Solo cuando te separas de él ves la luz.
Es extraño que los acontecimientos giren sobre sí mismos, planenado en nuestra cabeza sin saberlo, harto autosuficientes. Son como los hilos de la marioneta de madera, son como las olas que te llevan mar adentro, mar adentro del fallo. Sí, el miedo, ese mar, esas olas, ese fallo. Solo cuando aprendamos a desprendernos de el podremos decidir por nosotros mismos. Solo cuando recuperemos la cordura que éste nos arrebató.
jueves, 14 de enero de 2010
Intimidad dolorosa
Mi secreto murió en mis labios,
y más tarde vivió en sus ojos.
Mi secreto fue también suyo,
y un temblor inundó mis manos.
Las pupilas se dilataron,
y él fingía guardar la compostura.
Yo no fingía, sólo temblaba
entre mis propios tendones,
resquebrajada mi coraza.
Pensé que era el final.
Pensé que las sonrisas estaban lejanas,
cuando él me abrazó,
"no llores, tranquila, calma".
y más tarde vivió en sus ojos.
Mi secreto fue también suyo,
y un temblor inundó mis manos.
Las pupilas se dilataron,
y él fingía guardar la compostura.
Yo no fingía, sólo temblaba
entre mis propios tendones,
resquebrajada mi coraza.
Pensé que era el final.
Pensé que las sonrisas estaban lejanas,
cuando él me abrazó,
"no llores, tranquila, calma".
Preguntas
¿Quién sabe lo que te espera en el camino?
¿Qué hacer cuando las segundas oportunidades son una quimera?
¿Qué ocurre cuando sus sonrisas se vacían?
¿Qué pasa cuando sabes que ya nadie te necesita?
¿Qué hacer cuando las segundas oportunidades son una quimera?
¿Qué ocurre cuando sus sonrisas se vacían?
¿Qué pasa cuando sabes que ya nadie te necesita?
jueves, 19 de noviembre de 2009
Predicción-Parte 1
Me levanté un día sin muchas ganas de caminar. Fue este jueves, o sea, hoy. Al igual que ayer. Y al igual que ayer mi perro se apelotonó entre su propio pelo moviendo el rabo, en un gesto que podía querer significar "buenos días". No eran buenos, yo lo sabía.
Además, la renfe estaba oscura a esas horas. La gente que esperaba en Nuevos Ministerios me quería quitar el sitio en el tren, y yo, por mi parte, les dejé. Sí, les dejé, me comieron y entonces mis sospechas se agudizarons:no iba a ser un buen día.
Al llegar a la facultad y comprobar que las escaleras eran frías, me rasqué las nalgas, como quien dice, y las clases se me hicieron eternas. Ese día no desayuné, echaba de menos mi croisant mientras mi amiga francesa me decía que no sabía lo que era el "calimotxo". Y entonces lo supe. Entonces me imaginé su cara. Su cara empapada en agua, en el lavabo de un baño. Mientras las gotas se deslizaban por su faz, él se miraba con actitud impenetrable en el espejo. Llevaba su chaqueta beige puesta, y ese palestino azul, y la bandolera cruzaba su hombro izquierdo. Las gotas se paraban a descansar en su barba, frías como el acero. Tenía esa mirada, esa que parece no decir nada y sin embargo da escalofríos.
Lo vi, sé que lo vi. Aunque no en persona. Y entonces lo supe: "me va a dejar", pensé. Me va a dejar. ¿Por qué? Lo desconozco.
El vello se me puso de punta, y la francesa seguía hablando, de vinos, creo. Ya no prestaba mucha atención. Pensaba en él, y en Iris, aunque no sé por qué realmente pensaba en Iris. Mi amiga, pensaba en su sonrisa, y no entendía qué tenía eso que ver con que él me iba a dejar. Era la primera vez que alguien me dejaba, y no era una buena sensación. Así que dije que me iba a casa. Me dirigí a la renfe para hacer lo único que se me da bien: huir. Y eso hice.
Pero el destino es un putero vestido de cuero y que lleva anillos de oro. Y sus furcias siempre hacen su trabajo. Así que bajé al andén, y ahí estaba él, con la cara aún mojada. Lo vi, sé que lo vi.
Además, la renfe estaba oscura a esas horas. La gente que esperaba en Nuevos Ministerios me quería quitar el sitio en el tren, y yo, por mi parte, les dejé. Sí, les dejé, me comieron y entonces mis sospechas se agudizarons:no iba a ser un buen día.
Al llegar a la facultad y comprobar que las escaleras eran frías, me rasqué las nalgas, como quien dice, y las clases se me hicieron eternas. Ese día no desayuné, echaba de menos mi croisant mientras mi amiga francesa me decía que no sabía lo que era el "calimotxo". Y entonces lo supe. Entonces me imaginé su cara. Su cara empapada en agua, en el lavabo de un baño. Mientras las gotas se deslizaban por su faz, él se miraba con actitud impenetrable en el espejo. Llevaba su chaqueta beige puesta, y ese palestino azul, y la bandolera cruzaba su hombro izquierdo. Las gotas se paraban a descansar en su barba, frías como el acero. Tenía esa mirada, esa que parece no decir nada y sin embargo da escalofríos.
Lo vi, sé que lo vi. Aunque no en persona. Y entonces lo supe: "me va a dejar", pensé. Me va a dejar. ¿Por qué? Lo desconozco.
El vello se me puso de punta, y la francesa seguía hablando, de vinos, creo. Ya no prestaba mucha atención. Pensaba en él, y en Iris, aunque no sé por qué realmente pensaba en Iris. Mi amiga, pensaba en su sonrisa, y no entendía qué tenía eso que ver con que él me iba a dejar. Era la primera vez que alguien me dejaba, y no era una buena sensación. Así que dije que me iba a casa. Me dirigí a la renfe para hacer lo único que se me da bien: huir. Y eso hice.
Pero el destino es un putero vestido de cuero y que lleva anillos de oro. Y sus furcias siempre hacen su trabajo. Así que bajé al andén, y ahí estaba él, con la cara aún mojada. Lo vi, sé que lo vi.
jueves, 5 de noviembre de 2009
Cansada
Me cansé de pensar en ti.
Me cansé de agachar las orejas y sólo gemir.
Me cansé de las risas que parecían no aparecer.
Me cansé de esperar, de pensar que un día
me podrías querer.
Me cansé de agachar las orejas y sólo gemir.
Me cansé de las risas que parecían no aparecer.
Me cansé de esperar, de pensar que un día
me podrías querer.
lunes, 19 de octubre de 2009
Simplemente indescriptible
Hace años me vengo preguntando, por qué todos actúan igual.
Parece que los humanos no se cuidan,
ni se dan cuenta de lo que tienen
hasta que lo pierden o están a punto de hacerlo.
"No se puede regar la planta que ya está muerta".
Parece que los humanos no se cuidan,
ni se dan cuenta de lo que tienen
hasta que lo pierden o están a punto de hacerlo.
"No se puede regar la planta que ya está muerta".
Nada es seguro, yo tampoco.
Siempre creíste que me tenías esposada,
pero las cadenas carecen de valor,
si lo que se ata está hecho de humo.
pero las cadenas carecen de valor,
si lo que se ata está hecho de humo.
lunes, 12 de octubre de 2009
No quiero saberlo
Si te escondiste en las brumas
de faldas cargadas,
calla, no quiero saberlo.
Si perdiste la esperanza,
calla, no quiero saberlo.
Si piensas que seguiré sin rechistar
y sin pedir nada a cambio,
calla, no quiero saberlo.
Si alguna vez me quisiste
y ahora no me quieres,
calla, no quiero saberlo.
de faldas cargadas,
calla, no quiero saberlo.
Si perdiste la esperanza,
calla, no quiero saberlo.
Si piensas que seguiré sin rechistar
y sin pedir nada a cambio,
calla, no quiero saberlo.
Si alguna vez me quisiste
y ahora no me quieres,
calla, no quiero saberlo.
Todo mengua
Si alguna vez hubo esperanza,
tuvo patas y caminó,
lejos de la luz y las llamas,
adentrándose en el mar oscuro de los años.
Si alguna vez existió amor
grande, más grande que el cuerpo y el olvido,
finalmente, sí, se olvidó,
pues todo cede a su cruel destino.
Al no recordar que alguien te quiso, lloras,
mas con más cauce llorará tu alma,
al saberla tan indefensa entre las garras de la soledad.
Soledad aquella que se siente
aún estando entre hojas y flores en su esplendor.
Soledad que ataca en buenas horas,
para convertirlas en aquellas que fueron peor.
Quizás no hubo culpables, solo el cambio,
de lo que se piensa certero, y de lo que la vida te enseña
que nunca puedes mantener.
Pues todo cambia, todo mengua,
todo se oxida al atardecer.
tuvo patas y caminó,
lejos de la luz y las llamas,
adentrándose en el mar oscuro de los años.
Si alguna vez existió amor
grande, más grande que el cuerpo y el olvido,
finalmente, sí, se olvidó,
pues todo cede a su cruel destino.
Al no recordar que alguien te quiso, lloras,
mas con más cauce llorará tu alma,
al saberla tan indefensa entre las garras de la soledad.
Soledad aquella que se siente
aún estando entre hojas y flores en su esplendor.
Soledad que ataca en buenas horas,
para convertirlas en aquellas que fueron peor.
Quizás no hubo culpables, solo el cambio,
de lo que se piensa certero, y de lo que la vida te enseña
que nunca puedes mantener.
Pues todo cambia, todo mengua,
todo se oxida al atardecer.
Toughts pronounced in low voice
Just thinking how to deal with this question
that simply takes me out of my mind.
I don´t know how I still love him,
why I hate him, at the same time.
I don´t mean to be ironic
I don´t mean to go so far.
With this little secret
diying in his arms
-and mine.
In the reverence of my thoughts,
embroidered by his charming voice,
I realize that I just don´t want
to keep these feelings to go round,
just want to ask him to leave the leaves
and leave the grass to grow up.
I know that in the future he won´t love me,
and I think I knew from the begginig.
We shall not start from scratch,
think that we won´t be able to do it,
because what can´t never forget
-is called "heart"
that simply takes me out of my mind.
I don´t know how I still love him,
why I hate him, at the same time.
I don´t mean to be ironic
I don´t mean to go so far.
With this little secret
diying in his arms
-and mine.
In the reverence of my thoughts,
embroidered by his charming voice,
I realize that I just don´t want
to keep these feelings to go round,
just want to ask him to leave the leaves
and leave the grass to grow up.
I know that in the future he won´t love me,
and I think I knew from the begginig.
We shall not start from scratch,
think that we won´t be able to do it,
because what can´t never forget
-is called "heart"
Sabor agrio
Leyendo lo anteriormente escrito ha venido a mí un recuerdo en semejantes circunstancias. El emplazamiento era el mencionado en la entrada anterior, aunque sí un poco más íntimo. Una tetería del centro de Madrid, que tenía un sótano lvemente iluminado. Al bajar con él, obviamente no de la mano, observé que había poca gente. Este "él" no era el "él" de la entrada anterior, no sé si mis esfuerzos por explicarme son suficientes.
Este "él" era un viejo amigo. O al menos eso creía yo. Nos sentamos a compartir penurias y secretos, pues para eso estábamos allí, otra vez sumergida en el humo de mi propia cachimba. Entre algo de comida y risas, empezó la parte que menos quería descubrir, la parte en la que las verdaderas intenciones salen a la luz. No negaré que siempre hubo tensión sexual entre nosotros, incluso cuando, en el momento en el que nos presentaron, yo estaba fielmente comprometida con alguien. Y sin embargo, ahí estábamos los dos, después de dos traumatismos amorosos.
Él se acercó, yo me aparté. "¿Qué haces?", dije, loca de mí, pues obviamente había sido indiscretamente directo. Recuerdo el momento en que no pude volver a apartarme, recuerdo el momento en que me separé pensando, o diciendo en voz alta (no lo recuerdo) "eso no está bien". Tan extraño, que años después se diese esta situación. Me sentí culpable. Esa culpabilidad que te envuelve las entrañas, quizás por el paso de los años, quizás por lo extraño de aquella situación, quizás porque no quería contárselo a nadie. No volví a sucumbir, me mantuve fuerte a pesar de la debilidad de ese momento.
Hace ya tiempo de esto, y aún me acuerdo de esa dulzura en los labios y ese sabor agrio en la cabeza.
Este "él" era un viejo amigo. O al menos eso creía yo. Nos sentamos a compartir penurias y secretos, pues para eso estábamos allí, otra vez sumergida en el humo de mi propia cachimba. Entre algo de comida y risas, empezó la parte que menos quería descubrir, la parte en la que las verdaderas intenciones salen a la luz. No negaré que siempre hubo tensión sexual entre nosotros, incluso cuando, en el momento en el que nos presentaron, yo estaba fielmente comprometida con alguien. Y sin embargo, ahí estábamos los dos, después de dos traumatismos amorosos.
Él se acercó, yo me aparté. "¿Qué haces?", dije, loca de mí, pues obviamente había sido indiscretamente directo. Recuerdo el momento en que no pude volver a apartarme, recuerdo el momento en que me separé pensando, o diciendo en voz alta (no lo recuerdo) "eso no está bien". Tan extraño, que años después se diese esta situación. Me sentí culpable. Esa culpabilidad que te envuelve las entrañas, quizás por el paso de los años, quizás por lo extraño de aquella situación, quizás porque no quería contárselo a nadie. No volví a sucumbir, me mantuve fuerte a pesar de la debilidad de ese momento.
Hace ya tiempo de esto, y aún me acuerdo de esa dulzura en los labios y ese sabor agrio en la cabeza.
viernes, 9 de octubre de 2009
Él miraba
Él me miraba, con ojos penetrantes, mientras esa bailarina de la danza del vientre hacía lo suyo, mientras el humo de las cachimbas inundaba la sala, él me miraba.
Me taladraba el cerebro, y yo, impasible, mantenía la mirada en un pulso insistente y secreto, aunque ambos sabíamos que era así.
Y mientras tanto yo pensaba "esto es, esto soy, no hay más, no busques". Esta soy yo y esto es lo que tengo, más allá del humo exterior sólo habrá brumas interiores. No hay más, no busques.
Me taladraba el cerebro, y yo, impasible, mantenía la mirada en un pulso insistente y secreto, aunque ambos sabíamos que era así.
Y mientras tanto yo pensaba "esto es, esto soy, no hay más, no busques". Esta soy yo y esto es lo que tengo, más allá del humo exterior sólo habrá brumas interiores. No hay más, no busques.
martes, 6 de octubre de 2009
Fauna de metro
Uno estaba ahí sentado, mirando el periódico usado por otros, y eso que sólo eran las nueve de la mañana. Llevaba un mostacho curioso, medio canoso, lustroso y con cierta gracia, y arqueaba las cejas frente a las noticias del periódico gratuito. Algo así como el Qué, o el 20 minutos.
Otro miraba el móvil, borraba mensajes y llevaba una tabla de skate en la que por detrás ponía: "Mi girl is better than yours" ("mi chica es mejor que la tuya). Su cresta era de un color verde-amarillo poco definido, y se repantingaba en el asiento ocupando el doble de su estado normal.
Justo enfrente había una chica de unos 27 años, con un abrigo rojo burdeos y una chapa gigante con una foto del Big Ben. En una mano llevaba un espejo, en la otra, el rimmel. Se pintaba las pestañas mirando hacia arriba, y con la boca abierta, gesto inequívoco de cualquier fémina que se maquilla los ojos, es imprescindible casi.
Y por último había un chaval sentado justo a mi lado, con un portatil Toshiba, que no dejaba de buscar con el Google cosas como "porno" "chicas lesbianas" "famosas desnudas", " two girls one cup" y "sexo con mulatas pechugonas". Escribía y escribía persistentemente a pesar de que el ordenador no dejaba de trasmitirle una y otra vez el mismo mensaje: "fallo de conexión".
Típica fauna de metro, si típica es lo que se puede decir de ella.
Otro miraba el móvil, borraba mensajes y llevaba una tabla de skate en la que por detrás ponía: "Mi girl is better than yours" ("mi chica es mejor que la tuya). Su cresta era de un color verde-amarillo poco definido, y se repantingaba en el asiento ocupando el doble de su estado normal.
Justo enfrente había una chica de unos 27 años, con un abrigo rojo burdeos y una chapa gigante con una foto del Big Ben. En una mano llevaba un espejo, en la otra, el rimmel. Se pintaba las pestañas mirando hacia arriba, y con la boca abierta, gesto inequívoco de cualquier fémina que se maquilla los ojos, es imprescindible casi.
Y por último había un chaval sentado justo a mi lado, con un portatil Toshiba, que no dejaba de buscar con el Google cosas como "porno" "chicas lesbianas" "famosas desnudas", " two girls one cup" y "sexo con mulatas pechugonas". Escribía y escribía persistentemente a pesar de que el ordenador no dejaba de trasmitirle una y otra vez el mismo mensaje: "fallo de conexión".
Típica fauna de metro, si típica es lo que se puede decir de ella.
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