Etiquetas

domingo, 8 de marzo de 2009

Cuándo

Me complacería creer de verdad. Creer, Creer con mayúsculas, como hacen los verdaderos cristianos, o los verdaderos islámicos o los verdaderos protestantes. Creer ciegamente y mostrar mis devociones al Dios que te salva la vida, a ese Dios, a veces justo, a veces benevolente. Pero admito que nunca creí. Ya no creo en nada, y en casi nadie.

Creí en las palabras, y salieron por el tejado huyendo de mí. Comprendí entonces, quizás tarde, que tenía que creer en los hechos. Creí en los hechos, y me engañaron. Hechos hábiles que se arrastraban como la hiedra y se enredaron en mi pelo, tirando de él hacia abajo. Creí en personas, en personas con palabras, en personas con sus hechos. Y volví a caer en algunas ocasiones.

Hoy sé en quién puedo creer. En dos, tres, cuatro, cinco personas. Quizás el número ni si quiera se aproxime a la última cifra. Y sin embargo, lloro al admitir que necesito a esa gente. Que sin ellos no soy nada, ni lo sería, ni lo seré si algún día abandonan mi camino. Tengo dos manos ante mí que no dejan de intentar sacarme del agujero, dos manos tan distintas y tan necesarias. Y pienso dónde estaría mi cuerpo ahora. No en ese agujero, sino debajo de él, enterrado.

Me ahogo, me estoy ahogando y no sé cómo decir... Cómo expresar, a dónde ir. No sé qué camino coger, porque no lo veo, no hay camino, no lo hay, no lo hay... Tantas y tantas veces pasando por lo mismo, saliendo y saliendo y volviendo a entrar en el agujero... Y ahora ya no sé cómo salir. No sé, no puedo, no salto lo suficiente y me sigo ahogando. El socavón se hace cada vez más profundo y yo me hundo con él, cada día más y sigo sintiendo que no puedo, que el fango me traga. Que inhalo barro y polvo, que me rasco por mi lepra, que veo, no veo y sigo muda. Que si viera un poco más me sacaría los ojos para terminar con esto.

Ayer, creo que por primera vez en mi vida, dije "te necesito". Producto del alcohol que me empujó, si bien se lo agradezco. Pero tengo la sensación de que cuando lo dije no me entendió. Unas de las palabras más importantes de mi vida, sin ser comprendidas. Me quedé con mal sabor de boca, porque realmente lo sentía, y creo que se entendió como una metáfora, o un juego, o un comentario más. Pero yo no hablaba del tiempo. No sé cómo hacer ver, cómo decir que de verdad es así sin que las lágrimas me engullan.

¿Cuándo?

¿Cuándo?