Etiquetas

domingo, 8 de marzo de 2009

Temor latente

En ocasiones, cuando te veo, no sólo te veo, te miro. Pienso en cómo serían las cosas, si cambiarían al hacerte comprender...

Si sólo pudiera sacar de mí todo lo que llevo dentro, y enseñártelo, como un libro de páginas amarillentas y manchadas de café. Si pudiera decirte todo lo que deseo decirte... Si pudiera contártelo todo, exprimir el jugo de tantas palabras que no sé como derramar... Si pudiera hacerte ver las cosas, créeme, lo haría. Te enseñaría quién soy, te explicaría el por qué de esa cara, de esos labios secos y rotos.

Lo haría, lo haría, pero mi cabeza no me lo permite. Mi continencia no me deja retorcer el limón de mi vida. Te daría tantas cosas, te contaría tanto tanto hasta sangrar por la nariz. Sin embargo, soy una ignorante. Una presa irrisoria de ese miedo, de ese agua retenida por la presa. Te explicaría por qué hoy me apoyé en tu hombro sin esperanzas. Por qué me cambia el rostro.

Ésa es la impotencia que me hace apretar los puños con fuerza y clavarme las uñas en la palma de las manos y luego mordérmelas. Ésa es una de las razones por las que mi almohada se duchó hoy. Te pido perdón, por hacerte la víctima de mi rabia, por pensar en caliente, por pensar que hoy no me miras igual. Por labrarme esa imagen que desde luego merezco. Por ser tan cobarde y por callar lo que tanto ansío compartir. No me dejes caer, pendo de un hilo, de tu hilo. Porque hoy me di cuenta de que tan solo es un hilo en tus manos, sin saber qué hacer si lo rompes.

Algún día, la presa cederá irrevocablemente.