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martes, 10 de marzo de 2009

Nada

Ya no recuerdo cuándo escribí esas letras. Cuándo, en qué etapa de mi vida esas frases salieron a flote. Y ahora siento que esas palabras se amotinan contra su creadora, sacan el sable que tenía forma de tallo.

Si pudiera pedir, como hacen esas gentes en Sol, esperando una mano inclinada hacia abajo... Clamaría a los cantares de las nubes, sacaría la cuerda para subirla por la ventana, me zambulliría en ese pragmatismo exótico.

Sólo necesité una cosa, una barca que ahora se hunde. Una barca que me falta y que se desaparece efímera, con la que nunca conseguiré navegar a través del mar de la tristeza. Si ese remo se percatase...

Un árbol al que subirme y en el que aniden mis pies. Una rama a la que agarrarme para seguir atravesando el bosque. Una liana fuerte y viva que me haga volar entre la jungla.


En el momento en que más lo necesitas, es cuando más desaparecen.