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domingo, 10 de mayo de 2009

El riesgo que se corre

Hoy quizás aprendí a mirar con ojos abortivos.

Quizás aprendí a observar cualquier asunto irrisorio con la mente predispuesta, como si se tratase de burocracia formalista.
Esa sonrisa socarrona rasca el disfrute de aquello que se extraña, sin ardores pero quizás con algo llamado devoción.

Cuando se necesita el calor de una piel ajena, o de varias para poder seguir viviendo... Y aunque mis paredes se derrumben ante el suelo que mis pies pisan, sé que construiremos otro juntos.

Los rayos del sol no quemarán a la carne ya quemada.