Es tiempo para hablar.
Es tiempo de desnudar el corazón
a la luz clara y nítida.
Es tiempo para lo verídico
y para la verdad.
Para el descaro
y la desvergüenza.
Es el momento
de desangrarse en aguas,
de desmaquillarse el rostro,
de expresar qué tacto tiene
el pecho desnudo.