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lunes, 9 de febrero de 2009

Dudas

Arrastrada por la corriente de la duda, llegando al desierto de la herida que aún sangra. En mis brazos te miro y aún pienso... ¿Sentirá lo mismo? Si seré yo algún día algo más que ese prototipo de estrella, de chica perfecta e ideal para ti, si no soy sólo un juguete o un pasatiempo del que te encariñaste.

Y la duda me asalta, se cuela entre los pliegues de mis pestañas para llegar a lo más hondo, persiguiéndome hasta perforar mi cerebro y mi corazón, que se retuerce maltrecho entre los restos de tu roce. Cómplice del pretexto de arrancarme las entrañas, de no saber si estarás allí cuando el mar intente ahogarme. De no saber tampoco si tú piensas en mí como lo hago yo, si antes de dormirte esbozas una sonrisa como yo, si cuando te tumbas en tu cama no me buscas. Tal y como lo hago yo...

De no saber si ansías verme, o mirarme, o verme y mirarme, o sentirme... Miro al techo y me embriago en el recuerdo de tu mirada porque el recuerdo es lo que me queda cuando tú ya te has ido. Me subo a las nuves llenas de lluvia, arriba, muy arriba, más lejos que mi cuerpo y que mi alma, que mis entrañas y mi mundo. Porque mi mundo ya no es nada cuando dudo, cuando me siento una muñequita perdida, irrisoria en el camino de la vida absurda y llena de absenta.

Aspirando el humo de la gasolina quemada que se queda en el asfalto del camino inundado de rosas y espinas, pesadez infinita de una fórmula vacía sin oxígeno ni dióxido. ¿Y ahora qué? Dame una señal que sea más que una caricia, llena de palabras el silencio tortuoso e insufrible, empápame, pero hazlo. Antes de que me empequeñezca por la duda, antes de que sea demasiado tarde y esa duda me abrume y me tape con su velo...