Después de tanto tiempo, y ahora no sé qué decir.
Las palabras se escaparon por la ventana, bajando por un precipicio, o escondiéndose en algún cajón mohoso. Me quedé aquí y tú te fuiste. O yo me fui y tú te quedaste.
No hubo una razón, pero sí el sentimiento de que caminábamos por aceras distintas, de que cogíamos trenes en direcciones contrarias. No nos pusimos de acuerdo en los horarios.
Y al recordarlo me convierto en una especie de sonrisa agridulce. Vivíamos pasando el tiempo en bares, en mi cama o en la tuya, merendando besos y discusiones. Oyendo palabras desafortunadas y ecos de voces sin cuerpo ni alma.
Después de tanto tiempo, y ahora no sé qué decir.