Etiquetas

viernes, 20 de febrero de 2009

Otra vez tú (reeditado)

Se me escurren las palabras por el borde de la cama, y caen al suelo, a tu camiseta tirada y ahora llena de pelos de mi perro. La impaciencia llama a mi puerta una y otra vez preguntándome si estás aquí, instándome a llamarte para ver si quieres una cerveza. El tiempo se me desliza entre los dedos cuando me doy cuenta de que tengo que volver a casa, y me cabreo por la existencia del reloj.

Ataste una cuerda a mi garganta y a mi voz, y ya no sé cómo deshacer el nudo. Y ahora que te has ido lo que me queda es tu olor revolviéndose entre mi ropa y mi pelo, dibujándome una sonrisa con esmero. No te despegues, que aunque raspes mi cara, sabes bien...

Sonrío, como una niña pequeña si te recuerdo, y doy saltos en las aceras. Río, y saco una cajita de ilusiones renovadas para abrirla en tu presencia. Me enciendo, me enciendes, y me creo egoísta por querer tenerte más y más cerca. Ahora me estoy sacando un máster con tu cuerpo por sujeto de estudio. Necesitaré analizarlo un poco más minuciosamente y espero que cooperes.

Dos simples palabras llegan de la mano a mi cabeza, simples y tan importantes... Porque mi tristeza se asusta cuando se encuentra contigo, y huye a un rincón oscuro, convirtiéndose en cenizas. Porque sacas de mí lo que creía perdido. Porque me siento tonta mirando tus fotos, o dudando con el móvil en la mano, o volviendo a ponerme tu jersey cada vez que me lo quito. Porque me sacas de ese foso de pensamientos que liman mi mente.

Todavía no entiendo cómo eres capaz de provocar lo que provocas en mi piel, en mi interior, cómo me sacas de mi propia mente y exploras bajo mi subconsciente. Porque todas estas palabras no son suficientes en tu nombre, porque para plasmar todo lo que evocas el diccionario se queda pequeño...

Todavía no entiendo cómo surgió todo de manera tan rápida y precisa, cómo tomó forma antes de que yo me percatase de ello. Cómo todo me golpeó de repente, con cuerpo de besos y caricias que se filtraron más de lo que tenía calculado. Cómo me asaltaste, porque sabes que llegaste tú y no yo. Y ahora cuando lo recuerdo me pregunto qué habría pasado si esa noche no hubiésemos estado allí.

Probablemente, lo que habría pasado es que, sin haberte conocido, ya te estaría extrañando.