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martes, 24 de febrero de 2009

Ya no sé

Cómo desería ser ese objeto de tus versos. Esa sonrisa que dibujas de vez en cuando entre los cristales de cualquier bar de Madrid. Cuánto me alegraría ser compañera de esas historias que cuentas entre caña y caña.

Qué sencilla sería mi existencia al saber que estarás en esa esquina que doble al salir de trabajar. Cuán feliz sería al leer unas palabras tuyas a mí dedicadas, o al saborear una frase sincera en la oscuridad de mi almohada. Cuán feliz sería al saber que piensas en mí en tus tardes, o que escribes mi nombre en la tapa de cualquier cuaderno. Pero quizás sólo soy una foto olvidada que miras de vez en cuando, sin pensamientos fijos ni pupilas dilatadas.

Sin embargo sé que tú no me miras como lo hago yo. Y si lo haces, mis ojos no lo captan por tu gran manera de evitar ser capturado. A drede o sin querer. En una espiral infinita en la que me dejo caer por la vacuidad de la esperanza que una vez tuve y a la que recientemente abandoné. Porque sospecho que nunca sabré si albergas esos sentimientos, porque aunque lo hagas, nunca llegará a mis oídos.

Cuán triste es saber que nunca seré lo imposible de ser en ti.