Etiquetas

martes, 10 de febrero de 2009

Cuando las niñas

Hace tiempo que soñamos juntas, que reímos y lloramos, que no sabemos qué hacer con estas vidas paralelas. Hace tiempo desde que pintábamos ilusiones en el banco del patio.

Juntas aprendimos a abandonar la palabra Inocencia, a aprender la palabra Picardía, a acoger el Descaro como medio de transporte. Y empezamos a dejar de maltratarnos con nuestras propias palabras por hechos ajenos y llenos de importancia que ahora parecen tan vacíos... Cuando no tan niñas nos presentábamos indecentemente bajo cualquier foco de bar, haciendo uso del maquillaje que escondía o resaltaba lo que teníamos o no teníamos.

En tu caso, nos embarcamos en el mundo de las experiencias inesperadas, nos perdimos y nos volvimos a encontrar. Tantas veces que ya no podría numerarlas. Me embaucaste en la relación más tortuosa, y en otra igual de placentera que tortuosa la nuestra. Con miradas que no hacen falta ser expresadas con palabras. Llena de sentido, intranquilidad y palabras bastas te veo, y sonrío por dentro.

Sin embargo, en vuestro caso salió algo inesperado como por obra del destino. Tan vivas y tímidas como esas olas de la ducha. Y ahora me parece un mundo cuando recuerdo vuestros consejos y esa sabia decisión. Ese estar y esa lógica aplastante, matemática, casi enzumada con exprimidor. Tantos años haciendo malabares entre mi mano derecha y mi mano izquierda. Simples y complejas hasta límites no prescritos.

Cuando las niñas crecen, se descaman y se agrandan, avanzan interiormente y exteriormente. Cuando los años pasan para todas nosotras, cuando sales de lo establecido, para meterte en la originalidad y más allá... En la rareza encantadora de ser así, como sois. Simplemente, como erais, sois, y seréis para mí. En caminos enlazados.