Ya no volveré a mirar el móvil con expectativas anticipadas.
Ya no volveré a perderme en tu mirada como hacía antes.
Ya no volveré a desear tus labios cada diez minutos.
Ya no volveré a llegar a casa pensando en verte.
Ya no volveré a pensar en ti con una sonrisa en los ojos.
Ya no volveré a hacer preguntas.
Ya no volveré a desear más de lo que recibo.
Ya no volveré a susurrar tu nombre entre cada esquina.
Ya no volveré a preguntarme si me miras como te miro yo.
Ya no volveré a analizar tus palabras.
Ya no volveré a creer que te necesito.
A partir de ahora pensaré en mí, en mis sueños, en mis ilusiones, en mi futuro, en mi vida. Pintaré horizontes nuevos, desafiando al asfalto ardiente. Soñaré con otras personas, y dedicaré mi tiempo a ellas. No beberé licor amargo en tu vaso. No maldeciré las horas que no paso contigo.
Saborearé el cielo recién exprimido, bañándome en cada gota. Seré egoísta, sí, egoísta, pero con razones. Me preocuparé por quien lo merezca. No viviré a la sombra de un pensamiento, ni a la sombra de la eterna espera que siempre eres tú.
Porque a partir de ahora, el juego va sobre mí, y no sobre ti.