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viernes, 13 de febrero de 2009

Colores nuevos

El sol se posa sobre mi piel tímida y siento un escalofrío y a la vez una satisfacción personal.
Comienza el buen tiempo, que embriaga los sentidos y retiene las miradas de desconocidos. Miras por la ventana y ves a los niños con sus balones, a las embarazadas con ese brillo especial en la cara y a tantas y tantas personas que pasean agarradas por los parques.

Los colores brillan intensamente, reflejándose en tus ojos como si nunca los hubiéramos visto antes. Es entonces cuando piensas que eres afortunado por poder compartirlo con alguien. Los árboles se alegran y los edificios cantan a través de las ventanas. La ropa tendida emite un olor que empapa.

El guiño de un desconocido. Alguna palabra halagadora, o incluso, a veces, alguna frase no tan halagadora y con propósitos claramente infundados. El correr del agua, el cálido y claro cielo. El correteo juvenil, la alegría motivada pero carente de razones.

Veo a esos niños con balones o cometas, a esas embarazadas, a esas personas agarradas y sonrío por dentro. Y por fuera.

La primavera se acerca.