Me despierto y me preparo un café, después me voy al baño a lavarme los dientes y la cara.
Tú te despiertas y apagas el reloj pidiendo cinco minutitos más.
Luego hago la cama y me visto.
Tú dejas la cama sin hacer, y nunca bebes café.
Me despido de mi perro y echo la llave. Cojo el ascensor y salgo por la puerta del portal.
Tú sales dando trompicones, y se te olvida echar la llave. Bajas por las escaleras y siempre tienes que volver a subirlas para echar la llave de verdad.
Camino hasta el Metro, me encuentro con alguien y saludo.
Tú te tropiezas hacia el Metro y nunca te enteras si alguien te saluda.
Subo las escaleras andando, justo para coger el tren a tiempo y meterme corriendo en un vagón.
Tú te quedas medio dormido en las escaleras y pierdes el tren.
Leo mi libro en el trayecto.
Tú coges tu mp3 y te das cuenta de que se le ha gastado la batería.
Siempre llego pronto.
Tú siempre llegas tarde.
Y ahí es cuando nuestros caminos se cruzan para dejar de ser paralelos. Entonces no hay distinciones. Ya somos solo un camino, solo una vida.